Wednesday, June 07, 2006

Lilit
El cielo aún no se inundaba de la luz solar. Era esa oscuridad que antecede al amanecer. Caminé por horas sobre una línea intacta: el desierto. Las manos entumidas. Las sacudía a ratos como si con ello pudiera desprenderme el frío. Lo traía pegado en el cuerpo. No era mi sombra. No. Era la nostalgia que empezaba a helarme los huesos. La línea interminable se iluminó por una luz irreal. Lejana. Estiró sus brazos ardientes. La vi. El aire ausente apagó mi espejismo. Desperté con los ojos humedecidos y un capa delgada de sudor sobre mi piel. En los labios un nombre: Lilit.
*
Itaca
Al igual que Ulises, hoy en mi Odisea, en este viaje que algún día encontrará su retorno final en la tierra prometida. ¡Oh, amada Itaca! se hunden mis manos entre el llanto y la arena. ¡Oh, amada Itaca, dónde estás.
Lejos estoy de arribar cuando todo aparece tan contradictorio y la conquista de un nuevo espacio se convierte en la traición desesperada de un ciego que finge ver --cual espejismo-- lo que no es, lo que aún sus manos no han palpado. Así, el llanto arrebata toda posibilidad de advertir aquello que tocan incesantes las manos. Y el escepticismo se cifra una vez más en la contradicción por alcanzar con éstas lo que aquellos no pueden ver.
De oleaje y viento. Atenea trazó el designio, cómplice de Zeus me arrojaron en esta isla ¡Oh, Calipso! Me has atrapado, ninfa venerada, en la gruta por la que corre mi llanto y en tu cueva --cual oculto nombre-- habita el deseo mortal de mi sin regreso.
*
Tiempo cerrado, tiempo abierto. De regreso al principio, al origen, al primer gemido ahogado en el llanto sigiloso. Tierra seca, tierra estéril. Dolor más vacío sangran la herida. Madre-tierra me has arrojado de tu entraña sagrada causando tu muerte.
Yo: llanto, soledad, raciocinio. Vulnerable cuerpo de mujer, inútil combate de palabras, más palabras en medio del silencio.
--sbc

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