Wednesday, June 07, 2006

*En el absurdo de la espera: voy a correr
En el absurdo de la espera: voy a correr
Me despertó el sonido del teléfono, alcancé la bocina de inmediato antes de que alguien en casa descubriera las constantes llamadas clandestinas.
--Vas a venir --afirmó.
--No lo sé, todavía no aclarece, tengo que cruzar un parque, no lo sé.
--En unos minutos todo estará claro, nos vemos en la esquina, en Toledo, bye --colgó sin que pudiera decir algo más. Ella sabía que yo saldría en su búsqueda, que cruzaría ese parque a oscuras, que lo haría.
Me levanté aún con los ojos cerrados, en sigilo llegué al baño --¡qué locura!--, sentir el agua helada en todo mi cuerpo. Despertar así con la necesidad de verla, de sentirla en mí. Me vestí con una extraña impaciencia. Mis movimientos eran rápidos, macánicos: unos pants, unos tenis, pero me faltaba algo, se me olvidaban las llaves. Encendí la luz. La cama de mi hermana estaba vacía, seguramente no llegó y si mi padre se percataba de eso sería el fin de muchas salidas nocturnas. Dejé una nota: "voy a correr". Salí en silencio, ya afuera miré el cielo todavía gris, caminé alrededor de la avenida y crucé el parque. Sí, Marcela sabía que yo saldría en su búsqueda, que correría a su encuentro.
--¡Abrázame!
--¡Abrázame fuerte! --. La impaciente espera de una larga noche hasta el amanecer terminó cuando la vi aparecer al principio de Toledo. Corrí, corrí hacia ella, la abracé con tanta fuerza que casi nos caímos.
--Tengo más de treinta minutos esperándote. ¿Qué sucedió?
--Mi pago, ya sabes, te descuentan hasta por lo que ni te imaginas, pero lo recuperas con las propinas--, comentó con cierta ironía. --Caray, es domingo, llegaré a casa, me quitaré el maquillaje, aventaré los tacones, las medias, el liguero y me dormiré, sólo eso, dormiré. Me dio su bolsa y entrelazó su mano con la mía.
Dejamos pasar un camión, luego otro. Me observó.
--Me gusta tu cabello es tan suave, tan hermoso.
El semáforo marcó la luz intermedia.
--Ahora si me voy, te llamaré mañana.
Y subió, se alejó en un viejo camión ruidoso; sentí por primera vez un enorme deseo de seguirla pero también me sentí en el absurdo de la espera, de una espera sin esperanza, en una espera sin aliento.
--sbc
*Segunda entrega

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