Wednesday, May 31, 2006

Mi amistad con Patricia Ayala
La encontré sentada esperando la primer clase matutina de inglés, en el salón final del segundo piso de la Fac. de Filosofía y Letras (UNAM); ahora amurallado por enormes tabiques amarilos. De ahí, al sexto piso de la torre de Humanidades con Gerling Geraldine. Las clases con Luis Gayo. Las idas de pinta al Jardín Botánico --innegable sensibilidad infantil Alicia en el país de las maravillas--; al Convento del Carmen, en San Ángel; al Centro Cultural de Arte Contemporáneo. Desayunos en Le Corbusier de la Fac. de Arquitectura; en Perisur. Entrega y bondad. Regalos simbólicos: un unicornio de cristal, un diario, un perfume, un libro, en suma su amistad.
La lectura de libros profanos, de biografías. Recorridos al interior en el interior de su habitación bajo el cielo estrellado y agigantado por su presencia tras la cual, sólo una ventana de vitral podría dar nota de su necesidad de volar, de liberarse de lo fantástico y habitar en el mundo de lo real. Sus viajes a Japón; las cartas; las fotografías. Su renuencia en creer en lo abstracto y su contradicción a la espera del futuro.
Las depresiones compartidas en la sala de su casa, en aquel viejo sillón escuchando a Pink Floyd o en su propia habitación; sentadas en el suelo leyendo su diario; no el de todos los días sino el diario íntimo; aquel que guardaba con tanto recelo en algún lugar secreto. Aquellas esperas pacientes afuera del consultorio de la psicóloga, su constante comentario: "sólo te hace llorar". Su larga llamada en Navidad, "me suicidaré" y en mi cumpleamos número veinte, "también me suicidaré". Jamás olvidaré el día que desayunando ella bromeaba y yo, en lugar de reír, lloraba. Se levantó de su silla, me abrazó y exclamó: "es por lo de la psicóloga, ¿verdad?. Desde mañana tú y yo empezamos una terapia juntas".
Paty, al igual que Alicia y no la del diario sino Alicia en el país de las maravillas; tu expectativa ficticia llegó. Viviste en el sueño, tu sueño, tres nuevos personajes aparecieron: Juan Carlos, Ivette y Gabriel. Aceptaron ir contigo en busca del Mago. Y creo, que yo ahí, entre el sueño y la realidad, desaparecí.
***
(carta para Susana)
Y entonces...
Y mientras Diana escribe sus poemas eróticos, yo me arremolino entre las sábanas y miro el cielo artificial que me he creado hasta creer por un momento que no es artificial, y que de la ventana el aire me llega sin ser colado por el mosquitero.
Y entonces pienso, no pienso y vuelo a pensar ¿Será posible? E intento imaginar que no hay ningún aire, que el frío que tengo no se debe al clima sino a la soledad, y se lo digo al sueño. Y entonces de repente siento calor y no me explico por qué. Y vuelvo mi cara hacia la almohada, y huele a saliva y siento asco y la libero de la funda, y entonces no huele a nada, y entonces, creo que es muy inútil estar acostada a esta hora y siento que si no fuera por ti no estaría sola. Y pienso y vuelvo a pensar, poniendo mi mente en blanco como si meditara; pero esperando cualquier imagen del libro de mis memorias para no sentirme así. Y de momento vuelvo a sentir que hace frío y entonces no puedo dormir. Quiero dormir, pero al mismo tiempo me gustaría estar en cualquier otro lugar que no fuera éste.
Y me acuerdo de ti y sé que las preguntas que me haces, me las haces a mí porque no tienes a nadie más a quien preguntarle. Y las respuestas que te doy, pueden ser las más estúpidas, pero tú las escuchas con atención y eso me gusta. Y cuanto yo te escucho, sé que dentro de la idea que tienes de Dios; estás nadando en tu mar de contradicciones, sin salvavidas. Entonces me aterro cuando te digo que no creo, porque sé que vas a tratar de convencerme por milésima vez que hay que creer. Y entonces el mar, la brisa y el cielo desaparecen y también desaparece tu idea de Dios, y el frío y el calor y me acuerdo que no sé dónde dejé mis lentes y me levanto para buscarlos; pero a medio camino regreso a la cama y ansío con todas mis ganas que ya amanezca. Y entonces entra el gato y juntos nos arremolinamos entre las sábanas y miro nuevamente mi cielo artificial y espero al sueño, y espero, y espero y espero...
Patricia Ayala
--sbc

Tuesday, May 30, 2006

A hurtadillas...
busco en sigilo
espacio/continente
límite del territorio
donde presencias mis batallas.
Hendidura blanda, fortaleza
desgarrada
bajo la enredadera secreta
de tu naturaleza cortesana.
A hurtadillas
soplo sobre la estatua dormida,
inmóvil
el fantasma de tu carne
desaparece
la hierba húmeda, espesa
nace, renace
en mi lengua insomne...
Despierta/duermo en ti.

--sbc

Monday, May 29, 2006

Desde Nueva York alguien lee este blog

Esta mañana recibí un correo virtual de mi amiga Patricia. Me movió tanto el pasado. Mi entrañable amiga, a quien conocí en la Facultad de Filosofía y Letras. Hace diez o quizá más años, que no nos hemos visto desde que se casó. Desearía escribir más sobre aquel período, de hecho, su correo llegó justo en el recuento de mi vida afectiva. Y eso también me conmueve. Su amistad a toda prueba. A prueba del tiempo y de la distancia.
"Querida Susana, la única Susana de mi vida por cierto. Leí partes de tu blog, me conmoví. (...) Te extraño cuando te leo y envidio que en tus momentos cruciales no haya estado contigo para ver y sentir tu grandeza espiritual y "poetisonal" en persona. Me veo a mi misma en ti como una realidad alterna que nunca existió, pero pudo haber sido. (...) Quiero leerte mucho. Quiero que vengas a Nueva York. Te mostraría lugares que nada más tú puedes ver. Te quiere: Patricia."
Paty, yo también te quiero mucho.
--sbc
Así el Amor
Cae una tormenta sobre esta ciudad.
Las nubes corren una tras otra, se persiguen, se alcanzan
como un beso fugaz.
Sus labios son uno y después desaparecen.
Así el amor
Viví con Mar una de las relaciones más apasionadas, quizá una de las más significativas en mi vida erótica. Casi tres meses. Tres meses: de encuentros nocturnos frente a la Cazadora (allá en Reforma). Mirábamos el cielo oscuro, nunca fue azul. De las correrías por los salones vacíos del segundo y tercer piso de la facultad (Filosofía y Letras). De encerrarnos en los baños de los cines (Loreto, cinemanía y ccu). De mirar sus senos desnudos frente a los espejos... De probar el sabor del Venom, el tatuaje en su nalga derecha. De sus puntuales llamadas telefónicas justo al amancecer. De los besos y abrazos exhibicionistas frente a sus amigos y maestros; frente a mi hermana mayor. De mi primer visita a un hotel en la colonia Roma. Fuimos dos niñas traviesas jugando a amarse. A ser dos mujeres que se deseaban también con ternura: las flores --los tulipanes naranja que me comí--; sus cartas firmadas con el nombre de La Pantera Rosa; los muñecos de peluche --la vaquita y el conejo--; la muñeca pequeñísima que aún conservo. El labial fosforescente que intercambiamos para dibujarnos besos en la piel. Ella tenía 19; yo seis más. Y éramos entonces una sola mujer. No había día, más bien, noche que no la pasáramos juntas. Me asombraba su apego afectivo. Era muy difícil concebir que una mujer atractiva no tuviera pretendientes. Los tenía. Solían aparecer hombres maduros a su espera, pero al final, ella siempre se marchaba conmigo. Le gustaba ir al Centro, recorríamos las calles estrechas tomadas de la mano. Visitábamos con frecuencia el Palacio de Bellas Artes; le atraían los edificios antiguos. La Catedral ejercía una atracción particular; ofrendaba pequeños milagros de oro. La vi llorar un par de veces frente a imágenes religiosas. Leíamos a San Juan De la Cruz. Sin embargo, el llanto que más me conmovió, fue el de una mañana, después de una discusión, ella salió corriendo de la sala de conciertos. Por segundos desapareció. Abrazaba un árbol. Lloraba. ¡Ah!, Marcela, ¡cuánto amor hubo entre nosotras!
¿Cuándo terminó esta historia de tres meses? Dos años después. Dos años después de sus ires y venires. De su incursión definitiva en el mundo nocturno. En el tabladance. En los prostíbulos. Fue entonces cuando me convertí en su confidente. Iba y venía. Fugaz. Un día de tantos regresó. Se había operado la nariz. Era otra. Y aún poseía una perturbadora belleza: sus cabellos rizados cayendo sobre su rostro. Su mirada profunda y retadora. Me propuso vivir con ella. No lo hice. Se fue. Regresó otra vez (siempre regresaba); esta ocasión fue para invitarme a su boda. Tampoco asistí. Se casó con un hombre joven y apuesto; un hombre al conoció en Libido. Tienen un hijo. ¿Es feliz? No lo sé. Supongo que sí. No la he visto desde hace seis años. He hablado un par de veces con ella y con su pequeño Gamael. ¿Por qué escribo esto? Porque su vida y la mía fueron Una. Porque la incertidumbre de ayer, es certidumbre de hoy. Hubo momentos en los que creí que ella nunca se iría. Y no era amor. Hubo otros, en los que no me miraba con ella; aunque era fascinante la seducción; no la del cuerpo sino la de su inteligencia. La manera en cómo se complicaba la vida. Y la astucia con la que resolvía cualquier problema. Era la Lolita de Nabokov; era la Violeta de Xavier Velasco; era la Lola de Ernesto Alcocer. Fue también mi primer personaje Marcela, en Invento que te invento. Mis primeros cuentos que participaron en un concurso y ganaron su publicación. Ella nunca supo de estas historias publicadas aún cuando estuvieron circulando de mano en mano por la facultad. Todos sabían que Marcela no era un ser de ficción y eso la hizo más atractiva. Ya para entonces, ella aparecía o desaparecía con la fugacidad característica de los años luz. De los años en donde nuestra juventud fue abismo y caída.
--sbc

Friday, May 26, 2006

Mar
He caminado de tu mano por un destino impropio, el tuyo. Admiro el valor con el que has enfrentado cada momento difícil, sin duda, han sido demasiados, y por azarosos que parezcan, tú has vencido todos. Agradezco tu confianza, la voluntad de seguir ofreciéndome un lugar en tu vida. Sin embargo, yo no puedo ni debo permanecer más tiempo así, en la expectativa de lo que ambas sabemos que no llegará a suceder. Mentiría si te afirmara que no me interesas; me preocupas cada vez que desapareces por días, por semanas, por meses. Y después regresas con la historia a la que se le agregan otros nombres, otros hombres. Y si todo lo anterior significa se tu amiga. Creo que he cumplido mi papel; el otro, nombrarlo sería rídiculo, absurdo, falso. Confieso que pocas veces me he sentido desnuda, desposeída, desierta... tres palabras que duelen tanto como aceptar que he decidido concluir mi espera, mi esperanza por ti. Mañana no sé. Guardo aún el papel donde inscribiste mi nombre: "Quisiera surcar contigo nuevos mares, abrazarte despacio hasta pertenerte mi alma a tu aliento. Quisiera comenzar contigo nuevos caminos, abrazarte despacio, al caminar decirte cuanto te quiero hasta cuando los años nos besen las manos". Quisiera yo también decirte gracias por este viaje compartido, no equivocamos nada ayer, mañana, mañana no existe.
diciembre 1996
Susana
*
Hasta el último atardecer de septiembre viví en Ella, luego vinieron los encuentros fortuitos; las llamadas anónimas. Lo que significa haber experimentado nuestra separación en ritmos perentorios difíciles de aprehender y en el fragmentación Ella quiere decir territorio, antes quiso decir puerto, y aún antes, Mar. Marcela
--sbc

Thursday, May 25, 2006

La suerte del primo Miguel

"Oye de Miguel, que te puedo decir: él está en una cárcel, según me dijeron. Porque cuando te detiene migración, te llevan a una cárcel y hasta que salgas porque estás violando su ley y blablablalabla... Tengo entendido que tienes una buena alimentación ahí, y que cuando te toca tu turno, sales. Es un poco de suerte, eso me lo dijo un amigo de Horacio que estuvo detenido y pues dice que es suerte. Cuando los agarra la migra, pues hasta que te toque la suerte y te dejan en la frontera.
Ya es mucho tiempo. Su esposa tiene que volver a insistir. Mira, yo ya pregunté y le dije lo que tiene que hacer; sólo que ella no me consigue el nombre del abogado. También yo no puedo estar hablando mucho aquí. Está bien que no me cobren las llamadas, pero esa es una larga distancia a Houston. Por los datos que me dio y pregunté si está en el consulado, pero es una cárcel y como dice el amigo de Horacio, es muy difícil conseguir una tarjeta ahí adentro. Imagínate. Si tardas como un mes. Él ya no debe tardar. Eso de que son 15 días no es cierto porque dice que los van llamando y hasta que se llene el camión, ya le dan su libertad. Y también si hablas y presionas para que sea rápida su extradición, te piden $$$$$. Así que bueno, ¡qué suerte!"
--sbc

Wednesday, May 24, 2006

Había una vez...

Había una vez una maharajá en Eschnapur que amaba con locura a una bailarina del templo y tenía un amigo llegado de lejanas tierras, pero la bailarina y el extranjero se amaban y huyeron, y el corazón del maharája albergó tanto odio como había albergado amor, y entonces persiguió a los amantes por selvas y desiertos, los acosó de sed, los hizo adentrarse en el reino de las víboras venenosas, de los tigres sanguinarios, de las mortíferas arañas, y en el fondo de su dolorido corazón el maharajá juró matarlos, porque ellos lo habían traicionado dos veces, en su amor y en su amistad, y por ello mandó llamar al constructor y le dijo que debía erigir en el más bello lugar de Eschnapur una tumba grande y fastuosa para la mujer que él había amado...
Y entonces el constructor dijo: "Señor, siento que la mujer que amáis haya muerto", pero el maharajá preguntó: ¿Quien dice que que ha muerto? ¿Quién dice que la amo?", y el constructor se turbó y dijo: "Señor, creí que la tumba sería un momumento a un gran amor", y entonces le contestó el maharajá: "No te equivocas: la tumba la construye ahora mi odio. Pero cuando pasen muchos años, tantos años que esta historia será olvidada, y mi nombre, y el de ella, la tumba quedará sólo como un monumento que un hombre mandó construir en memoria de un gran amor."
La tumba india
José de la Colina
--sbc
La tumba india

Al margen Fritz Lang

-De modo que para eso acudiste a la cita, para decirme que por fin te casas con él.
-Sí lo siento.
-No lo sientas. En realidad, no hay nada que sentir, nada que lamentar. Todo está bien. ¿Y cuándo te casas?
-A comienzos de julio.
-Perfectamente. Que sean muy felices. Creo que harás una magnífica ama de casa.
-Por Dios, no son de tu estilo esos sarcasmos.
-Si crees que a esto se le puede llamar sarcasmo, estás muy equivocada. Puro y simple rencor, puras y simples ganas de mandarte a la chingada, ¿qué te parece?
-Que no lo tomas con mucha elegancia que digamos.
-¿Y qué me dices de la elegancia con que vienes aquí, después de llevar yo una hora esperándote, y me dices así, tranquilamente, que es la última vez que nos vemos?
¿Qué me dices de eso?
-Pensé que no te tomaría de sorpresa. Ya habíamos hablado de ello. En realidad, desde que iniciamos nuestra relación estaba claro que seríamos libres y que no habría ningún sentimentalismo entre nosotros. Tú estuviste de acuerdo.
-Sí, es verdad, no me toma de sorpresa. Y confieso que estuve de acuerdo. Pero creí que habías olvidado ya el pacto. Creí que sería tan hombre, que serías tan mujer y que habría tanto amor entre nosotros, que el pacto quedaría olvidado.
-Sabes que te quiero. No soy una ramera. Imposible haber tenido una relación así contigo y no quererte. Pero...
-Pero no me amas, eso es todo.
...
***
Hace años, quizá diez, leí por primera vez este cuento de José de la Colina. Fue en el taller de cuento que impartía Guillermo Lescano en la FFyL-UNAM. Uno de mis compañeros lo llevó y lo leyó en voz alta. Lo discutimos. Analizamos su estructura: una historia que son dos. Una lectura también entre líneas (como todas). A todos nos inquietó su contenido: el desencuentro amoroso. Todos o casi todos éramos jóvenes, jovensísimos. Veinticinco años. Estaba enamorada. Muy enamorada de la vida, de la literatura, de dos mujeres: Azucena y Marcela. Marcela y Azucena. ¿Era feliz? Seguramente. Miento. Probablemente. Acierto.
Leía con atención esta historia, sus palabras altisonantes, sus maldiciones, su rabia. El enojo. No habría podido escribir algo así. Alguna vez intenté parafrasear una historia como ésta. Ahora que el recuerdo en la lectura me toca el corazón y la emoción fluye. Sé porque hay historias que no, no sé pueden inventar así como así. Sería tan inútil escribir un relato de desamor sin que mueva a quien lo escribe. Esta es la razón de mi transcripción. El recuerdo de aquellos años donde el amor era una expectativa. Ahora sé que puedo escribir mi propia historia.
--sbc

Tuesday, May 23, 2006

En el hoy y mañana y ayer

"Las maravillas y miserias del amor. Sus oscuros fulgores, sus catástrofes. Caminar por el filo de la pérdida". Esto escribe Juan Gelman, poeta argentino, avecindado en México. Empecé a leer esta mañana: "En el hoy...". Me paralizó el epígrafe. Por segundos recordé a Ileana, recordé su osadía: llegó muy lejos. Llegó a mi corazón. Un corazón de por si roto y lo iluminó, luego desapareció. Oscuro fulgor. Ahora sí estoy caminando. Cuántos días sin poder dar un paso firme. Lento, lentísimo paso. Observo mi andar: una grieta más. No hay duda: camino por el filo de la pérdida.
Por lo menos tengo esto, mi propia manera de entender la belleza; la maravilla que es el amor; la miseria cuando nos deja. Y otra vez, estoy sola reinventando un corazón. La tarde, mi tarde espera: treinta seis escalones. Una habitación. La melancolía. El silencio.
Ayer se fue; mañana no ha llegado;
hoy se está yendo sin parar un punto:
soy un fue y un será, y un es cansado.
En el hoy y mañana y ayer
Francisco de Quevedo
--sbc

Monday, May 22, 2006

La vida es corta

Yo: un sueño, esta mañana, me regaló tu sonrisa. Sé del silencio, de la ausencia compartida. Sé también de tu corazón generoso. Recibe dondequiera que estés, un abrazo fraterno.
Lizy: la vida es corta y el volver a todo lo que tú eres, para mí hoy es prioridad, como el volver a todo lo que quiero. Cuándo quieras yo quiero verte.
Yo: desde que recibí tu respuesta, no he dejado de pensarte. No sé qué decir después de tanto silencio. Gracias por tu respeto. Gracias por pensar que todavía hay mucho que decirnos. Gracias por estar, por querer compartirme de ti. Perdóname si mis acciones y omisiones han podido lastimarte. Somos otras lo sé. No es posible pasar por la vida, sin que algo se modifique en uno y a nuestro alrededor. Te necesito, necesito tu amistad, tu mirada conciliadora.
Lizy: Ay mi Susy! Créeme que nada sería más placentero para mí que ver pasar juntas la vida. Sólo dejemos que suceda.

--sbc

La amistad castigada

Cuánto silencio
Cuánta distancia
Cuánto enojo
Cuánta tristeza
Cuánta soberbia

--sbc
La historia de una posibilidad: Lizy y yo, la amistad
Totonicapán, Guatemala me abrió una puerta: tu amistad. Lluvia y viento anunciaban ya el tránsito postergado. Allí alrededor de la sencillez cotidiana de un pueblo k'iche, alguien me anunció tu nombre y desde entonces, desde aquella noche que abriste la puerta, estamos juntas. Dejar fluir, dejarse guiar por las percepciones, por los sentidos. He de confesar que el primer día de actividades de las jornadas, cuando los artesanos llevaron sus productos, salía una y otra vez; al igual que tú, quedé enamorada de la cajita de madera. Lejos de sentir frustración, sentí alegría porque tú la adquirieras. Compartir las afinidades, los anhelos, las obsesiones ha sido la constante de este tiempo.
De los cuatro puntos cardinales: norte-sur, este-oeste. Espacio-tiempo. Tiempo cíclico. Me conmueve, me conmueve haberme sentido extraviada antes de ti, como la niña que fui buscando el rumbo. Aún vivo aquel día en que acompañaba a mi mamá al mercado; no sé en que momento dejé de sentir su mano en la mía. La sensación de abandono me transtornó en medio de tanta, tanta gente. Sin llanto, regresé a casa. Nunca supe cómo crucé calles, el parque, la avenida en doble sentido; sólo deseaba encontrar a mi madre. Es la misma sensación que percibo cada vez que estoy en un lugar desconocido. Quizá, por esa razón cuando me indicaste el recorrido que habíamos realizado aquella tarde que nos alejamos del hotel para comprar chalinas; yo me sentía absurdamente despojada de dirección y tú fuiste lo suficientemente amable: mi temor infantil se desvaneció.
Desearía seguir escribiendo, describiendo cada uno de los momentos que he vivido con enorme sorpresa junto a ti. En cada uno hay algo mágico, hay algo que me remite al pasado y se confronta con el presente, es un momento catártico. Desearía también agradecer tu generosidad a través de estas cuatro imágenes que guían mi corazón.
Susana
12 octubre 2001
--sbc
El escritor

El escritor es el albacea de nuestra milenaria capacidad de transformación; es alguien que está solo, se va alejando de todo, y luego comienza a dar saltos en el vacío. En esos saltos se hace su camino.

Elías Canetti

--sbc
J'est autre
Al día siguiente traduje todas las cartas de la abuela Diamantina. Trece horas ahí, enfrente de la pantalla, buscando las palabras exactas pra decir mi más querido amor, te extraño con toda mi alma. (...) yo lloraba en silencio. Ay Diamantina, cómo le haces para que el amor siga creciendo, para que se conserve intacto a pesar del tiempo, a pesar de la falta de respuesta, a apesar de todas, todas estas noches en vela, solañando con los ojos abiertos, esperando con tanta paciencia. Dime Diamantina querida, cómo se le hace para ir queriendo, para quedarse en un lugar, para acoplarse a las cosas y no dejarse llevar. Cómo Diamantina, para escribir cartas que nunca se van a enviar y para seguir haciéndolo a pesar de saberlo (La alineación también tiene su belleza, CRG)
"Necesito aire", dije, interrumpiendo mi relato casi desde el inicio, huyendo de la ligereza de mi propia historia.
*
De las noches insomnes, de los libros imposibles. Leí esta historia y de alguna manera se transformaba poco a poco en la mía; como si mis deseos hubieran esperado estos años, todos estos cuatro años y esta encrucijada para poder aflorar en mi última carta.
*
Todo empieza, todo acaba y nada pasa en realidad.
--sbc
y qué

Luz: ¿Y qué?
Yo: No hay respuesta racional para este cuestionamiento.
Luz: ¿A poco eso va a cambiar lo que sentimos la una por la otra?

--sbc
VI
y wendy creció

No te perdonó nada.

Acércate para que me oigas bien: no te perdono nada.

Hubo días en que desmenuzamos oraciones sobre
pasadizos de hierba seca.
Ahí aprendimos a decir hoy hace calor, me gustan tus orejas.
Los perros fornicaban frente a los altares diminutos
de las aceras.
Era abril, creo, la sequía anaranjada de una tolvanera.

Era abril en una isla que alguna vez fue Venecia.

Y yo me volvía pájaro, niña buena, calle sin gente,
manera.
Yo me volvía yo, un paréntesis, un alado caer
de infinitivo, un caer lentísimo
parvada de aves azules con voluntad
de precipicio.

Había rostros en los que me surmegía como en diurnos
jeroglíficos.
Había plegarias que me rozaban la punta de la lengua.
Había sustancias que me sacaban de abajo y me hacían
caminar sobre las aguas
milagrosamente
multiplicaba el pan y las ganas y el espanto.

Había una ciudad repartida en geométricos cajones
que yo esculcaba con la prisa del hurto
o el temor de ser descubierta.

Había cuerpos, muchos; los años eran un ajedrez
de manos y de venas.

Había más, supongo.

Nunca volví a tomar 87 aspirinas por equivocación.
Nunca volví a creer.

Había frutas ácidas, caricias con picahielo
y lastimaduras altas como cordilleras.

Había más, supongo.

*He dicho que no te perdono nada.
Fichita azul, tipa de cuidado, bocaza de trementina.
Acércate para que me escuches mejor
esta es la sentencia:
y Wendy creció.

III. Los personajes del lugar
Los textos del Yo/Cristina Rivera-Garza
*Para Ilena también
--sbc

17*
(par la nature, heureux comme avec une femme
Arthur Rimbaud)

Tengo prisa.
Toda esta dulzura es ficticia.
He estado tan a punto de quererte estos días.
He estado a punto de decirte tómame como una plaza,
como un continente, como un país.
Cuando me distraje sobre el ventanal y las cosas
pequeñas se vinieron encima
estuve tan a punto de estar solamente
con los ojos abiertos del animal doméstico
y la amargura de un licor de cassis.

Luego llegó la mansedumbre a sentarse sobre
mis piernas
y como Rimbaud la encontré amarga y la insulté.

No puedo ser amable por tantos días.
Qué te cuide alguien más, qué otros se duelan por mí
qué sea otra voz la que hilvane uno a uno tus huesos.
Necesito una cama, un buen baño, una bata de franela.
Necesito como nunca necesité una chimenea,
mi silencio, mi vieja cápsula de espejos.
Hay un lugar dentro de mí a donde tú no llegas: mi médula
esta rendija en la madera
este maniquí con el ojo bizco del que se enamoran
las tuertas.
Necesito caminar sobre mis suelas feliz como
con mujer por la naturaleza.
Necesito bailar flamenco.
Qué empiece la fiesta
qué regresen los cuerpos para saciar esta imbécil
sed por lo perfecto
qué se abra una vez más el abracadabra del deseo.
Necesito tres cigarrillos, dos camellos, tu cerveza.
Que nunca más me conmueva el ancla de tu cama
y de tu cuerpo
que tu corazón deje de latir dentro de mi sexo
que tu rostro deje de ser el revés de mi camisa
y el envés de mi cielo.

Déjame en paz.

Tu convalecencia me pesa como un yelmo.
Necesito mis nubes blancas, mi maravilla de humo, mi gas.
Levántate mujer, anda conmigo por la naturaleza
que tengo prisa
que toda esta dulzura es ficticia
que no podré engañarte por mucho tiempo más.

La más mía
Cristiana Rivera-Garza

*Para Ileana con dulzura. Del último de nuestros (des)encuentros, después de la conversación atropellada con palabras altisonantes, la mejor manera de terminar una historia imposible es la poesía.

--sbc

Wednesday, May 17, 2006

El final

ayer esperaba pacientemente su encuentro. Había repasado la escena una y otra vez. "Esto no funciona";"Esto no está funcionando"; "Esto no tiene futuro". Miraba con detenimiento a los transeúntes que pasaban a mi alrededor mientras la esperaba fumando. Una. Dos horas. Mis frases comunes desaparecieron en su ausencia. "¡Esto ya fue!
--sbc

Tuesday, May 16, 2006

Buenos días, mamá
Buenos días, ma'. Apenas escuché su voz y me sentí viva. Feliz. Mamá me da todas las indicaciones de cómo debo cuidar mi pie. Ungüentos. Sales. Agua caliente. Vinagre. Mamá dice que si necesito compañía vendrá a verme. "Vas a estar bien si procuras todos los cuidados". Mamá me conoce. Le he dicho que el sábado comí con Lizy y mi sobrino Abraham; le alegró la noticia. "¡Qué bueno!, te hace bien estar con ella! Salúdala".
Le pregunto después por mi padre. "Está bien". Y me siento rara, a él casi no lo extraño. Me he enterado de que su mamá, es decir, mi abuela está enferma. Y entonces pienso en él no como mi padre sino como el hijo de una mujer moribunda. Y vuelvo a mi madre, desearía abrazarla. Sé que mi madre es en muchos sentidos la madre de mi padre. Mamá dice que mi abuela se ha despedido de todos sus hijos, sus nietos, sus bisnietos, sus tataranietos. Que sólo faltamos los tres hijos de su hijo, es decir, de mi padre. "Ojalá, tu hermano Andrés, la alcance", concluuye.
Cuelgo la bocina. Observo la luz del día a través de la ventana, la vida sigue...
--sbc

Thursday, May 11, 2006

Un verso
Leo, releo mi correspondencia virtual. Me siento contenta de las respuestas solidarias de mis amigas. Me siento sola (literalmente) estoy sola en la oficina. Vuelvo a la ventana de cristal ahumado para observar el exterior. Tranquilidad. El cielo abierto. La melancolía otra vez. Perdóname Luz, tenía que escribir. Tenía que dejar que el dolor saliera. Ahora sé que es mi pie. Mi corazón ya no existe. Miro hacia afuera y recuerdo este verso:
Nos sentamos por la tarde, observamos la oscuridad
que lentamente se
desdobla: ningún reloj cuenta esto
Septiembre
Ted Huges
--sbc
Cielo abierto



"Sólo hay amor en la imposibilidad de detener la fuga sin fin,
el infinito escurrimiento del otro"
Cristina Rivera-Garza

Junio 2002
Cd. de México-Toronto, Canadá
El cielo abierto
un avión de ida-un viaje sin regreso
me rompió el corazón
Junio 2002
El cielo abierto
una postal: el Skydome
el centro de Toronto
me rompió el corazón
Junio 2002-marzo 2003
El cielo abierto
el silencio absoluto
ninguna carta
me rompió el corazón
Marzo 2003
El cielo abierto
dibujó a sus nuevo héroes:
ella conoció a Marco, a David, a otro David...
a William Livingstone
me rompió el corazón
Septiembre 2003
El cielo abierto
la trajo de regreso
ya vivía con Will
me rompió el corazón
Noviembre 2003
El cielo abierto
La certeza: el amor mutuo
La incertidumbre: el Destino
El remate: la distancia
me rompió el corazón
Diciembre 2003
El cielo abierto
cartas, imágenes de un invierno a distancia:
El Ajusco en la Cd. de México cubierto de agua-nieve
En Newmarkert, Ontario, la nieve alcanza los 30 cms.
acá: lluvia de nieve
allá: lluvia congelada
El frío, la lluvia, este invierno
me rompió el corazón
Abril 2004
El cielo abierto
la trajo de regreso
Cuernavaca, Morelos
frente a la alberca conversamos los tres: Ella, Will y yo
me rompió el corazón
Mayo 2004
El cielo abierto
otra vez de ida
otro hombre, me cuenta la historia
a detalle de su héroe nuevo: Marko
me rompió el corazón
Agosto 2004
El cielo abierto
una canción: Paloma Negra
Lila Downs
me rompió el corazón
Septiembre 2004
El cielo abierto
Ella se casó. ¿Will, Marko?
No. Un tal Michael
me rompió el corazón
Enero 2005
El cielo abierto
un viaje onírico
embarazada: gemelos
me rompió el corazón
Marzo 2005
El cielo abierto
Azul definitivo
me rompió el corazón
Febrero 2006
El cielo abierto
un libro
tres personajes: Julia, Gregorio y Bodo
Tan oscura
me rompió el corazón
Marzo 2006
Una definición:
"Las águilas vuelan solas;
los buitres en parvadas. Luz, tú eres
un águila", Agustín Cadena, el ex-marido,
autor de Tan oscura
me rompió el corazón
mayo 2006
El cielo abierto
Ícara salió de su labertinto
mi corazón ya no existe
punto
*
Cada carta que recibo es un cielo abierto,
expectante, leo su mundo:
una hoja hondea un fragmento de su vida
entre mis manos, un color
Azul-cielo.
Un cielo (cada vez más) inalcanzable,
las palabras desaparecen entre nubes
las nubes del tiempo
...las horas luz.
*
enero 18, 2002
Todo comenzó una noche de enero, era viernes lo anoté en mi libreta: viernes 18
:Ella contenía toda la luz del mundo
:me cegó su luminosidad. Su belleza perfecta
*
Te ofrezco este corazón que no negocia con palabras,
No trafica con sueños y está fuera del alcance del tiempo,
del gozo, de las adversidades.
Te puedo dar mi soledad, mi oscuridad, el hambre de mi corazón;
(...)
Estoy tratando de sobornarte, con peligro, con incertidumbre, con el fracaso.
Two English Poems, Jorge Luis Borges

Cada vez que leo, releo y releo este poema, algo sucede en el tránsito de mi tiempo, de estos, mis días que me hacen recordar dos, tres líneas para decirte, lo que tú ya sabes de mí.

Destino:
Luz María Johnson
Gómez Farías 49-2
Col. San Rafael
06470 México, DF
*
Leí, releí tus cartas. Es insoportable este dolor; ya no distingo --el hueso y la carne--, no sé si el dolor que padezco es real; si es el hueso de mi pie derecho o si es mi propia cruz, la esperanza. El deseo de caminar o de seguir ideando tu regreso. De ir directo hacia la crucifixión puntual de la esperanza. ¡Ya no lo soporto! Me duele, me dueles.
*
Todo fracaso comienza con la luz, con el deseo de atraparla la luz para siempre. Cristina Rivera-Garza

--sbc
Amistad(es)
Sirvan estas líneas para enviarles un saludo fraterno y sobre todo para agradecer las emotivas muestras de afecto que recibí durante este par de meses. Deseo compartir con ustedes esos momentos únicos e irrepetibles que me llenaron de alegría. A tod@s l@s quiero mucho por devolverme el sentido de la palabra amistad.
A la doctora Cristina Rivera-Garza por su llamada telefónica que me sacudió la inercia y logró que diera saltos mortales para subir treinta y seis escalones y llegar hasta la azotea, en donde está mi habitación. Por "Romper el hielo" y acercarme a las Tierras Altas. Por brindarme su hospitalidad siempre generosa de recibirme en su casa, a la luz de las velas (y el vinito). Por las flores. Gracias.
A mis jóvenes y talentosos amigos del Tec de Monterrey, porque juntos logramos "Romper el hielo"; a Nad, por el viaje de ida y vuelta a Toluca, por el desvelo de mis miedos. A Julia por sus porras y su tarjeta virtual. Gracias.
A Tere, por dirigir el coro de las mañanitas por teléfono el día de mi cumple. Por Soliluna. Gracias.
A mis amores:
A mi Luz, por las mariposas que en vuelo ligero me traen tu presencia, por despejar la incógnita del autor del libro: Tan oscura. Por la complicidad literaria, por tus tres llamadas telefónicas desde Canadá. Gracias.
A Estela por sellar la tarjeta con un beso, siempre añorado, y enviármelo con el disco de Lila Downs. Por las largas conversaciones telefónicas y los mensajes en el cel. Gracias.
A Ileana, por las escapadas nocturnas al Parque México, por el amor fugaz, por la imposibilidad. Gracias.
A Lizy, mi Lizy por el reencuentro con el amor, por ser siempre luz en mi vida. Gracias.
A mis compañeros de chamba por sus constantes llamadas telefónicas, por los chismes de ocasión: Panchito, Thelma, Rebe, Mirna, Martha, Ceci y Beto. Gracias.
A la librería Julio Torri, por los libros enviados. Gracias.
A la familia Bárcenas Smith, por hacer de Ámsterdam 62, un dulce desafío. (jajajajajajaja)
Habrá que ir marcando fecha para celebrar la vida, la amistad, y mi cumpleaños, sino el cumple de Estela, ustedes digan cuándo, que yo vuelvo a las andadas.
--sbc

Tuesday, May 02, 2006

Ella viene del Sur

a Ileana
Ella viene del Sur. Atraviesa como una luz
la distancia, la percibo con su aroma abrazante.
Mis ojos miopes, mis brazos atados, mis pasos torpes
se contienen. La respiro.
Ella viene del Sur.
Vainilla, vainilla, la sigo.
La noche es día, el día, noche: un parque.
Transeúntes caminan en paralelo, un perro husmea
en el borde, los secretos.
La primer confesión tristísima:
"Me mordió el amor de una mujer"
y le muestro la cicatriz del brazo izquierdo,
se llamaba...
Sí, la primer confesión tristísima:
"El amor es un perro rabioso".
Ella viene del Sur.
Acaricia mi pierna derecha, toca mis huesos;
sus manos se deslizan como ramas sobre mi piel.
Se inclina y deja caer suave
un beso
sobre un dedo de mi pie:
vainilla, vainilla, me estremezco.
Ella viene del Sur.
Trae música y pan envuelto en celofán.
Pan de chocolate y una sonrisa nueva.
Le ofrezco: un sol de madera y nubes de algodón.
Noche trémula.
Azul.

--sbc
Aquí debería estar tu nombre

"El día ondulante, el crepúsculo, el tremar de las hojas en el aire húmedo..." Estoy finalizando la lectura de una novela: Tan oscura. Y el día, la lluvia, el viento como las letras impresas del libro, están aquí frente a mí. Hoy dejé que las gotas de lluvia tocaran mi rostro, por fin, respiro vida. Y la celebro. Hoy también encendí una vela de color: blanca. Necesito luz, necesito reconocer el camino.

He puesto un poco de orden en mi habitación. Veinticuatro días en penumbra. El polvo se acumuló por todos los rincones. Tal vez, lo más significativo son los papelitos en los que suelo comenzar historias y guardarlas en el libro que esté leyendo. Me encontré tres. Apenas un esbozo, una cuantas oraciones:

"Como todos los jueves por las mañanas desde hace un mes y siguiendo con el ritual, me dispongo a cumplir mi papel: ser su cazador. Ella ni siquiera se sabe observada. Ignora que sus momentos más íntimos han cruzado una suerte de frontera."

Ahí me quedé. ¿Falta de imaginación? No lo sé. Uno debe dejar descansar el pensamiento y no obligarlo. Las historias deben fluir en sí mismas. Deben seguir su propia rumbo.

...

Ella sigue de viaje, es el título de un libro de cuentos. "El croar de las ranas", mi favorito. Y este disco que estoy segura te encantará. Disfrútalos. Son tuyos como mi corazón.

No hay nada detrás y yo sólo camino
por donde tú me llevas
marzo 26
Susana
--sbc
A la orilla
a Ileana
Pasó el tiempo, como siempre pasa,
justo a la orilla de uno.
Nos sentamos por la tarde, observamos
la oscuridad que lentamente se desdobla:
Ningún reloj cuenta esto.
Cristina Rivera-Garza
I. ¿Cómo llegué aquí? Una calle circular, más bien es un óvalo. Esta calle da origen al nombre de su colonia: hipódromo de la Condesa. Vivo en Ámsterdam 62. Vivo aquí desde agosto pasado. Una casa antigua, construida en 1928 por el ingeniero Dantan. Luego, habitada por la familia Aguilar, según me relata su actua dueña.
Llegué a esta casa por sugerencia de mi hermana mayor. Cuando decidí venir a vivir aquí, las condiciones materiales no pasaron desapercibidas. Su marcado descuido en el exterior la colocaba en un sitio marginal. Fuera del contexto de una colonia viva, moderna. No obstante, su localización me atrajo: Ámsterdam y Sonora. Sonora y Ámsterdam. La contraesquina del tiempo, del olvido.
La casera me mostró el segundo cuarto de la azotea recién acondicionado. El piso de loseta con formas semejantes a la madera. Dos ventanas amplias una en la parte frontal y otra al costado. Mil quinientos pesos al mes. Acepté. Ella me preguntó por el color interior. Sugirió rosa o durazno. "Blanco". Concluí. Aunque el área de servicios: baño y cocina se ubican en el primer nivel. No habría inconveniente, yo sólo utilizaría el primero para ducharme. Me advirtió de la puntualidad en el pago y la prohibición de visitas.
A la siguiente semana, empecé la mudanza. Me parecía una falta de respeto cuestionar la forma de vida de sus moradores. Aunque era más que evidente el desorden en la casa. Pero, yo sólo ocuparía una habitación. Un dormitorio. Aislado. Solitario. Silencioso. Fuera de su ambiente familiar. "Buenas noches, buenos días", eso era suficiente para mantener una relación cordial. Distante.
II. Mi madre siempre al pendiente de mí. Estaría más segura de que su hija predilecta siguiera viviendo en la constante de una vida cómoda: el supermercado. El mercado. La panadería. La farmacia. La lavandería. El correo postal. La iglesia. El parque España. El parque México. Los jardines que rodean esta casa, este circuito. El transporte y las diversas líneas por donde arribar: Sevilla, Chapultepec, Chilpancingo, Patriotismo y otras más. Insurgentes y su Metrobús a unos cuantos pasos.
Los parientes cercanos en la colonia vecina, Roma.
Mi vida de agosto a enero transcurrió sin sentir gran pesar por el cambio. Visitaba a mis padres cada fin de semana y a los nuevos parientes que se iban sumando en cada visita. Nuevos sitios. Nuevas rutas. En este vaivén no hubo momento para añorar el pasado. Por supuesto, la añoranza primera: mi madre. Su comida, su protección, su cobijo nocturno, sus cuidados. Mi madre es una mujer entregada a sus hijos, a sus nietos, a mi padre. Amorosa. Dulce, La más mía.
III. Una caída. Un tropiezo. "Ni siquiera me dolió", me levanté del suelo y aborde el Caminante. Recuerdo haber pisado algo muy suave. Algo que se deshizo debajo de la suela elástica de mi zapato. Subí de prisa. Durante una hora, fingí mirar con atención la película que se proyectaba en la pantalla. Deseaba llegar. Dormir.
IV. Encendí un cigarrillo. Tenía deseos de inhalar profundo un tabaco fuerte y dejar escapar el humo. Lento. Lentísimo. Mirar el humo. La nada. Dormir.
V. Desperté en una pesadilla.
Hace quince días que me despierta el zumbido de moscas negras. Merodean
mi cuerpo, mi alrededor. Siento asco. El olor a basura acumulada, pútrida.
Los orines del gato. La pestilencia total. Avasalladora.
Cuarto día sin bañarme. Soy parte ya de este cuadro patético de abandono.
Siento comezón en la planta del pie derecho. Inmóvil. Tres dedos asoman
pálidos. Grises. Fríos.
Miro las muletas que ha traído mi hermana mayor. La observo sentada
en el sillón de enfrente. Me dice: "hay cosas peores, por lo menos tú tienes esto",
se despide.
Un sillón viejo rechina en la penumbra. Las horas pasas lentas. Eternas.
El insomnio ha regresado, las moscas también, zumban
sobre mi cabeza. En mis oídos, la gotera del baño no cesa:
tac, tac, tac, tac.
La madrugada cae afuera
no la distingo. No la veo.
No hay luz, sólo esta negritud que corta mi respiración.
El aire huele a mierda.
A la orilla pasa el tiempo.
Un sillón viejo rechina en la penumbra. La puerta como un cielo alto.
Inalcansable.
A la orilla pasa el tiempo.
--sbc
Orfandad
Ha sido un periodo de claroscuro. Un lapso de abandono. Soledad. Mes y medio sin poder dar un paso real. Sin poder equilibrar mis emociones. Las que ya han quedado atrás y las nuevas. Mezcladas en mi cabeza. Dando vueltas sin parar. Atrás ha quedado el deseo contenido de ir por más, de ganar tiempo al tiempo, de vencer. Adelante. La sin derrota. El silencio. La historia que es sólo mía.
...los que estamos
despiertos
desde el alba hasta el advenimiento del alba
sobre sillas de plástico color naranja y los huesos rotos
de tanto ir
hacia el vidrio de la esperanza
hacia la burla inminente de la esperanza
hacia la crucifixión puntual de la esperanza.
Noches que no son noches, que son sólo horas de insomnio. De ideas que se revientan como burbujas en la piel. Obsesión. Los ojos hundidos. Los labios secos. La sed de leer más palabras, la sed de pronunciar los nombres amados, las palabras subrayadas de los libros imposibles. Alrededor no hay nadie. Sólo una pila de libros que leído y releído hasta saciar mi sed de luz.
***
Son las seis de la tarde, es la hora de prepararme para ir a terapia. Fractura de la base del V metatarsiano con dtos de retardo en la consolidación. Todos dicen que exagero mi malestar. Y yo he comenzado a creerlo. Y me lo repito cada vez que veo el ir y venir de la gente en esta ciudad, ya sea por su propio pie o en automóvil, nadie respeta los lugares para discapacitados y las banquetas de las calles están hechas de hilos suspendidos. Camino sobre el trapecio de mis miedos, supongo que es una exageración. Que debo recordar que mi padre tiene los años míos de equilibrar la luz de un ojo y la ceguera del otro. Por eso siempre está en casa. Por eso es siempre un niño torpe buscando a mi madre. Creo que eso es en lo único en lo que coincidimos, en la exageración de nuestra necesidad de luz.
***
Mi pie desnudo toca el frío que se clava como una aguja a través de la piel.
***
Ella es un tramo de terciopelo negro agujerado de estrellas. Ella es la fragilidad de la esperanza.
***
Mi orfandad danza con la lluvia de mayo.
--sbc