Monday, June 26, 2006

Disertación poco clara sobre el deseo/inicio de diálogo
Querida Susana:
Uno a veces va por la vida como si ésta fuera una cosa simple, sencilla, vana y un tanto imprecisa. Uno no imagina que de pronto en el paisaje exterior aparecerán personas a las que uno va a amar mucho, a las que uno siempre va a añorar, personas que se convierten en parte de uno, por el sólo hecho de que están ahí: en el mundo de afuera soportando el duelo por la vida: tú eres una de esas personas. Siempre he querido escribirte, es decir, enviarte algo, un algo o aquello o un eso. No sé a ciencia cierta cómo acabe este mensaje, pero dejemos que el fluir sea cadencioso, lento.
Susana: cada vez que leo tus textos siento una irrefrenable necesidad de escribirte, de hablarte, de decirte que tienes razón que el amor es una ridiculez, que debemos llevar la imposiblidad a cuestas, que las cosas no son sencillas, que el deseo es imperioso: lo abarca todo, lo esconde todo, lo busca todo. Es eso, Susana, el deseo de tener un cuerpo cerca, alguien cerca; el deseo de tocar la piel de ese alguien, los labios como litorales, su boca como el mar y su espuma, todo, el deseo lo abarca todo, más allá de las palabras. Y es que, tus textos están llenos de algo más que palabras, de algo más que anécdotas, de algo más que hechos: están llenos de silencios, de dolor de estómago, de humo, de licor, de aire: un aire enrarecido, quizá, por la nostalgia, por el olvido, por el tiempo. Porque el tiempo nos pasa encima, Susana, sin ninguna piedad. Porque al final siempre estaremos proclives, vulnerables, disponibles al amor o a la imposibilidad. Y no es sencillo, sé que no es sencillo, no es fácil. Pero uno tiene que salir, dar la cara. Aunque seamos periféricos. Aunque seamos moléculas ajenas. Aunque estemos enfermos y, por tanto, llenos de palabras.
Muchas veces he imaginado tus silencios, tus sueños, tus lugares favoritos, tus espacios, tu infancia, tu colonia Roma, tus pintas, tus pasos sobre las calles solitarias. Me he imaginado también a las personas que forman parte de ti. A esas: las frágiles o dolidas o moribundas: las más tuyas.
Te he imaginado caminando sobre abismos. Abismándote. Regresando. Over and over again. Me he imaginado todo eso, Susana, lo hago porque quizá padezco lo mismo. Porque de pronto mi imagen no es clara. Porque el deseo también me corroe. Porque también sé ser un cabrón. Por todo eso, Susana. Pero también porque te quiero como a una hermana. Porque tu escritura me lleva a otros sitios. A otros lugares. Porque tu sola vida, tu vida entera es un querer llegar. Porque celebro tu escritura. Tu vida. Tu historia y tu Historia.
Mañana estaré ya en Tijuana, escribo esto, también, a modo de despedida temporal pero también como manera de iniciar un diálogo contigo, Susana. Una manera de que las palabras nos invadan.
Te envío un abrazo infinito y mi amistad/hermandad para toda la vida.
¡Juntos hasta la victoria!
Siempre tuyo,
Abraham
--sbc

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