Wednesday, May 30, 2007

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La primera vez que descubrí tu ausencia, presencié la belleza de la lluvia: una ciudad que transpira, que vive. Nosotros sólo habitamos, huéspedes fugitivos, ajenos. Allí estábamos corriendo bajo el agucero, pero, debo decir, allí estaba presenciando una lluvia que no era tuya ni mía. No era nuestra. Sólo era Lluvia bajo un destino incierto: el refugio o el placer. La mirada tuya intentando registrar ese espacio imantado. La mía, extraviada, atónita tratando de guardarse en la tuya. Tú, tan distante y yo empapada, arribé primero a mi casa, luego al sitio donde tu ausencia puebla mi mirada.
--sbc

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