Ayer por fin, luego de tres sesiones seguidas en el taller de cuento. Tocó mi turno, presenté Nadie. La estrategia ha variado, ahora el autor no lee en voz alta. Pasa una copia de su trabajo a cada tallerista incluido Guillermo, todos debemos leer en silencio. Después viene la crítica. Por lo general, Guillermo otorga la palabra a "x" o a "z", a quien no haya participado. Al final, él da su opinión. Y es fascinante descubrir lo que en el texto no se ve. Es un gran lector. Minucioso. Ofrece también diversas salidas, a veces con gran humor, es muy motivamente escuchar sus comentarios.
Estoy convencida de que ha sido una elección afortunada seguir con Samperio. Y en este grupo hay nuevos lectores nada complacientes. Diría que severos. Maduros. Maduros sí en edad. Y eso también ofrece otra perspectiva. Aunque creo que son lectores tradicionales.
Nadie es el primer cuento que escribo pensando en este taller. Y sí, debo decir que dejé que los nuevos talleristas llevaran sus trabajos. No para comparar. No para evaluar talentos. En realidad, no tenía historia. Mi tema recurrente: el amor como imposilidad. Es una fórmula que me disgusta por repetitiva (A + B + C = vacío)(la imposibilidad). Entonces dejé de pensar, de obsesionarme con los temas y con la imposiblidad misma de su escritura.
El domingo en la noche, me senté frente al ordenador y comencé a escribir. Y la historia salió solita. Justo estaba a punto de terminar cuando no sé qué moví, la historia desapareció de la pantalla. No pude recuperarla, entonces hice un esfuerzo, aún estaban en mi memoria las frases, las oraciones, la imágenes de mi historia. Nadie, por fin en el papel. La imprimí.
Samperio comentó antes algunas estrategias el uso de un narrador en tercera persona. Mencionó a Sherwood Anderson, a Ernest Hemingway, a J.D. Salinger y Raymond Carver. Cerró con un excenlente comentario: "un cuento es un sistema de acciones que van a desplegar un hecho narrado". Actualmente, la voz narrativa debe saber menos que los personajes. Nos recomendó que leyeramos buen teatro, que observaramos los diálogos dramáticos.
Pasamos luego a la lectura de Nadie. Mi texto fue bien recibido. Sólo algunas observaciones mínimas de Guillermo: "debes reforzar la atmósfera. Es una buena historia. Redonda".
Regresé a casa convencida de que estoy ya en el rumbo. Y ya casi me la creo, es decir, sí puedo escribir una historia. Nadie es una realidad.
--sbc
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