tercera semana sin luz eléctrica
la primer noche no fue necesario encender una lámpara o una vela. Algo que no he escrito aquí, es mi experiencia en el Laboratorio de Estrategias Creativas que imparte Vivian Abenshushan, en Casa Refugio. Algo verdaderamente extraordinario y altamente recomendable. Pues, el primer jueves sin luz, regresaba del laboratorio experimental y la clase había versado acerca de posibilidad de reaprender a escuchar. Entonces me dije por qué no intentar reaprender a mirar. Y sólo eso bastó en ese momento para aprehender la oscuridad desde otro ángulo. Dulce Desafío, como han nombrado los que han vivido en Ámsterdam 62, se convirtió en un reto.
Despierto gracias al canto de los pájaros. Ya se que no son las 6 de la mañana, el cambio de horario no afecta a estos pájaros que silvan con singular energía frente a mi ventana, a eso de 5:00. Por cierto, un día soñé con ardillas en lugar de pájaros supose que estaba en el Pedregal de San Ángel o en el Bosque de Chapultepec. Luego, doy dos o tres vueltas en mi cama, me arremolino en las sábanas y vuelvo a buscarme en los sueños.
Despierto justo a las 7. Y aunque me cuesta levantarme lo hago para aprovechar la luz del día. Leo poesía. Y sintonizo el radio en algun noticiero matutino. A veces, de verdad, no quisiera escuchar ni la voz de un hombre ni de una mujer. Quisiera sólo el silencio. Pero, no puedo permanecer alejada de la cotidianidad. De los acontecientos del mundo en que el todos vivimos. Del mundo real y verdedero.
A eso de las 11:00 cuando ya tengo hambre. Salgo a dar un paseo en busca de algún sitio para almorzar. Hoy por ejemplo, estuve un lugar pequeño. Con música: Raphael. Y después de la nochecita de ayer. Pues francamente me sentí muy agusto. Oh, Dios! nunca me imaginé que una mujer me hiciera una propuesta indecorosa: Crees que podamos tener... sin que eso nos comprometa. La miré con gran asombro. No lo sé. Lo que es seguro es que ni tú ni yo tendríamos que preocuparnos por la píldora del día siguiente. No. La noche de anoche fue embriagadora. Excesiva. Tan llena de cinismo. En realidad, todavía no sé cómo me siento entre el desconcierto de sus palabras, de su encuentro. Y algo perpleja, por no escribir, pendeja, por decirle: sí. Acepto. Pero, yo hablaba de la luz, y que mejor que no tenerla, para no mirarme ahora. No sé si me he traicionado a mí misma con aceptar tener una relación que me deja en gran desventaja. Derrotada. No lo sé, tampoco quiero pensar mucho y ya no sé de qué se trata este juego, pero ya estoy dentro. Es, sin duda, entrar a ese abismo de oscuridad. Y no voy a tientas, lo sé.
La casera de Dulce Desafío dice que ya fue a solicitar la reinstalación de la luz. Le creo. Y yo pienso en las horas, pienso en este verano sin luz.
--sbc
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