--Por la literatura que nos ha unido
--¡Salud!
Un brindis al final del taller de cuento en el Atrio, un centro cultural en la Colonia Roma.
Guillermo Samperio y nuestro heterogéneo grupo de talleristas reunidos en torno a la expericiencia escritural. Cada uno comentamos nuestras impresiones. Fue realmente emotivo escuchar: "Yo estaba muerto. Y renací"; "Ahora leo dos libros por mes"; "Puedo superar la crítica, ya no tengo miedo". Alguien susurró: parece reunión de doble A. "¿Doble A?", pregunté, "Sí, de Alcohólicos Anónimos, claro, en plena recuperación". ¡Ah, estas nuevas amistades!
Guillermo Samperio, de verdad, es un gran maestro de la escritura. Nos narró, como sólo él puede hacerlo, con voz pausada y misteriosa, los intrincados caminos que ha sorteado en lo literario. Y ese hilo invisible que bordea la vida personal y la pública. La vida literaria. Entonces, le pregunté si la literatura lo había salvado de la locura. Y él respondió no sólo de la locura, del suicidio.
Y alguien más reafirmó "el arte es una cura. El arte es una salvación para el alma". Y ya al final, todos brindamos una y otra vez por estar ahí curados de espantos.
Alguien más le preguntó por el estado de salud de la literatura mexicana. Su respuesta fue contundente: "no hay nada todavía que nos maraville, se sigue escribiendo bajo la tradición, y los que no, pues no la atienden". Y volví a tomar la palabra, "Guillermo, parecería que el ámbito literario está ocupado sólo por hombres, y las mujeres ¿quiénes?". Quizá fue una pregunta tramposa, porque yo ya sabía la respuesta. Me miró a los ojos y dijo: ahí, está Cristina Rivera-Garza.
Entonces dije: ¡salud!
--sbc
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