desde el jueves pasado duermo sin luz (mmm si alguien pensó en mi Luz, yo también, sin ella he dormido muchas noches y con ella otras tantas), es decir, suspendieron el servicio eléctrico en amsterdam 62. La primera noche no importó tanto, las siguientes tampoco, en realidad, no me importa que no haya luz. Me divierte traspasar el umbral, reconocer el espacio ajeno. No es mi hogar. Soy una huésped (más). Si esa casa hablará cuántas historias contaría. Parece una casa fantasma, al mejor estilo de Edgar Allan Poe. Y me parece una osadía vivir ahí. Una gran aventura, por supuesto, infantil. Sálvese quién pueda!, un dos tres por...
--sbc
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