Thursday, February 09, 2006

Xavier Villaurrutia
Hay poetas que quedan por unas líneas, por un poema, por un libro, por un conjuto de poemas o de libros, por algo que es difícil explicar estéticamente, que sería esa impresión que tenemos frente a la obra, como si las partes no fueran necesariamente satisfactorias y sólo la iluminación total nos diera la imagen. Xavier Villaurrutia publicó tres libros en el curso de su vida: Reflejos (1926), Nostalgia de la muerte (1938) y Canto a la primavera (1948). Mientras el primero y el último parecen --salvo instantes y poemas de excepción-- irse desgastando y maltratando con el tiempo, Nostalgia de la muerte, por el contrario, resiste y gana: cada lectura y recuerdo afirman y afinan la impresión. Hay libros o poemas que se nos imponen desde el principio; otros se desgantan en mayor o menor medida; otros, como Nostalgia de la muerte van adquiriendo nuevo brillo --o quizá mejor, nuevas opacidades--, nuevas cadenas de sonidos, poemas que nos hacen entrar a un mundo donde el hombre parece encontrar sólo respuestas angustiosas, lúgubres: un mundo de sueños, de sombras, de ecos, de silencios, "un mundo en el que todo ha muerto"
Texto de Marco Antonio Campos
en Nostalgia de la muerte
ediciones coyoacán,
México,1997
*
Nocturno en que nada se oye
En medio de un silencio desierto como la calle antes del crimen
sin respirar siquiera para que nada turbe mi muerte
en esta soledad sin paredes
al tiempo que huyeron los ángulos
en la tumba del lecho dejo mi estatua sin sangre
para salir en un momento tan lento
en un interminable descenso
sin brazos que tender
sin dedos para alcanzar la escala que cae de un piano invisble
sin más que una mirada y una voz
que no recuerdan haber salido de ojos y labios
¿y qué son labios? ¿qué son miradas que son labios?
y mi voz ya no es mía
dentro del agua que no moja
dentro del aire de vidrio
dentro del fuego lívido que corta como el grito
y en el juego angustioso de un espejo frente a otro
cae mi voz
y mi voz que madura
y mi voz quemadura
y mi bosque madura
y mi voz quema dura
como el hielo de vidrio
como el grito de hielo
aquí en el caracol de la oreja
el latido de un mar en el que no sé nada
en el que no se nada
porque he dejado pies y brazos en la orilla
siento caer fuera de mí la red de mis nervios
mas huye todo como el pez que se da cuenta
hasta ciento en el pulso de mis sienes
muda telegrafía a la que nada responde
porque el sueño y la muerte nada tiene ya que decirse.
Xavier Villaurrutia
--sbc

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