Xavier Villaurrutia Hay poetas que quedan por unas líneas, por un poema, por un libro, por un conjuto de poemas o de libros, por algo que es difícil explicar estéticamente, que sería esa impresión que tenemos frente a la obra, como si las partes no fueran necesariamente satisfactorias y sólo la iluminación total nos diera la imagen. Xavier Villaurrutia publicó tres libros en el curso de su vida: Reflejos (1926), Nostalgia de la muerte (1938) y Canto a la primavera (1948). Mientras el primero y el último parecen --salvo instantes y poemas de excepción-- irse desgastando y maltratando con el tiempo, Nostalgia de la muerte, por el contrario, resiste y gana: cada lectura y recuerdo afirman y afinan la impresión. Hay libros o poemas que se nos imponen desde el principio; otros se desgantan en mayor o menor medida; otros, como Nostalgia de la muerte van adquiriendo nuevo brillo --o quizá mejor, nuevas opacidades--, nuevas cadenas de sonidos, poemas que nos hacen entrar a un mundo donde el hombre parece encontrar sólo respuestas angustiosas, lúgubres: un mundo de sueños, de sombras, de ecos, de silencios, "un mundo en el que todo ha muerto" Texto de Marco Antonio Campos en Nostalgia de la muerte ediciones coyoacán, México,1997 * Nocturno en que nada se oye En medio de un silencio desierto como la calle antes del crimen sin respirar siquiera para que nada turbe mi muerte en esta soledad sin paredes al tiempo que huyeron los ángulos en la tumba del lecho dejo mi estatua sin sangre para salir en un momento tan lento en un interminable descenso sin brazos que tender sin dedos para alcanzar la escala que cae de un piano invisble sin más que una mirada y una voz que no recuerdan haber salido de ojos y labios ¿y qué son labios? ¿qué son miradas que son labios? y mi voz ya no es mía dentro del agua que no moja dentro del aire de vidrio dentro del fuego lívido que corta como el grito y en el juego angustioso de un espejo frente a otro cae mi voz y mi voz que madura y mi voz quemadura y mi bosque madura y mi voz quema dura como el hielo de vidrio como el grito de hielo aquí en el caracol de la oreja el latido de un mar en el que no sé nada en el que no se nada porque he dejado pies y brazos en la orilla siento caer fuera de mí la red de mis nervios mas huye todo como el pez que se da cuenta hasta ciento en el pulso de mis sienes muda telegrafía a la que nada responde porque el sueño y la muerte nada tiene ya que decirse. Xavier Villaurrutia --sbc |
Thursday, February 09, 2006
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