Un minuto Este no saber me toma por sorpresa: un minuto para decidir. ¿Una puesta del destino? Llegué al teatro. Solicité mis boletos. Observé de reojo los nombres en la lista de invitados: Mtra. Azucena Rodríguez. Su nombre explotó en mi cabeza. Sentí terror, ¿con quién llegaría?, ¿por cuál puerta?, ¿en qué lugar se sentarían? Ha pasado tanto tiempo y aún siento esto que no quiero calificar. Pensé en huir por la puerta del estacionamiento, luego, imaginé su encuentro, su rostro, su voz, su sonrisa, sus manos largas entrelazadas en las mías. De inmediato, la figura fantasmal de su acompañante borró el deseo de quedarme. Faltaban pocos unos minutos para que la función diera inicio. "¿Qué hacer?" Me senté cerca de la puerta. Primera, segunda, tercera llamada. Azucena Rodríguez Azucena Rodríguez Azucena Rodríguez Mi nerviosismo aumentaba, la gente con retraso fue tomando los últimos lugares. Se apagaron las luces para iluminar sólo el escenario. Durante dos horas no supe nada de mí, ni de la obra, sólo de aquellos años donde ella fue el personaje de ésta, mi historia. --sbc |
Monday, February 13, 2006
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