Tuesday, November 14, 2006

La guerra no importa
El amor es un juego sucio. Hiede, en las tardes apesta como un animal muerto en medio de la calle. La noche anterior fue eterna. Sólo dormí un par de horas. Miraba el reloj digital cambiar con lentitud, primero los segundos, luego las horas. Estas horas que me persiguen y no sé cuándo dejaré de sentirme así, asfixiada por el tiempo.
:a tiempo, en tiempo, estar a tiempo. Todo se reduce a la precisión de un cronómetro ajeno. Llegar a tiempo al trabajo. Bajé del microbús en tiempo, es decir, unos minutos antes para checar mi entrada. Un olor insoportable en el ambiente. Es la urbe. La contaminación. A mis pies. Las vísceras. La sangre coagulada. Todavía tenía el rictus de dolor. Ese dolor que humaniza antes de dejar de irse. Debió ser una muerte horrible. Fragmentada.
Un perro muerto
desintégrandose lento
cada partícula esparcida en aire
Una muerte de perro, me dije. Eso es lo que yo también vivo. El amor es un juego sucio. "No es mi tiempo" fue la sentencia final. La negación absoluta. ¿Y el mío? Ella lo redujó a ceniza. A Nada. Sí, una mujer escribió mi nombre en el tiempo, al que el tiempo destruyó. No fue el paso del tiempo el que todo lo guarda, fue la amplitud de su orilla que todo lo abarca y lo destruye bajo su luz. El amor es la única metáfora de la condena. Estoy muerta.
--sbc

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