Thursday, October 13, 2005

Del Taller de escrituras colindantes:
TERCERA BASE
Rebeca Martínez Jiménez
(Publicado en la revista Tierraltesca Acta Semanal 308, 7)

Me dijo puta, puta mil veces. ¡Qué bien sonó esa palabra en mis oídos, esas dos sílabas, esas cuatro letras p-u-t-a!Estaba en la barra de un bar que nunca antes había visitado y le había pedido al cantinero un Bloody Mary sólo para entrar en calor. Esperaba algo, estaba a la expectativa. Me entretuve observando al cantinero: un panzón calvo que al servir cualquier trago se chutaba dos o tres sorbos. Supongo que también quería entrar en calor. Ahí estaba yo. Cada vez que sentía que alguien entraba al localucho miraba de reojo y calificaba, 8, 7, 7, 10. Él fue el único 10 de toda la noche.
Se sentó con unos amigos en una mesa no muy alejada. Lo podía ver perfectamente bien gracias al espejo que estaba frente a mí, en la barra. Pasaron varios minutos hasta que notó mi presencia.
Primero se cruzaron las miradas. El primer contacto. Una sonrisa. El acercamiento. La proximidad.
—¿Qué estás tomando?
Risas. Dos que tres palabras. Silencios.
—¿A qué te dedicas?
Más palabras. Más risas. Salud. Más Miradas. Salud.
—¿Te han dicho que eres muy guapa?
Besos. Salud. Caricias. Salud. Risas. Salimos.
Caminamos por las calles cercanas. Yo lo tomé de la mano: iba tras de él esperando que me guiara, dando a entender que lo seguiría a donde fuera. Se detuvo en una calle vacía, una calle apenas alumbrada por el foco de una casa.
Me estrelló contra la pared. Yo podía oler sus ansias. Me besó el cuello, la boca y:
Primera base. Su mano comienza a bajar lentamente por mi espalada, se detiene en la cintura. Sigue bajando hasta mis nalgas. Me siente, no pasa nada, parece que le gusta. Siguen los besos en el cuello, en la boca. Cada vez puedo disimular menos mi excitación, me pierdo.
Segunda base. Sube lentamente. Sube. Sube. Llega. Me toca. Me palma con delicadeza. Siente mi pezón que ha reaccionado a sus manos. Por un momento me detengo esperando una reacción. No pasa nada, no pasa nada. Respiro. Lo sigo besando, lo toco, mis manos por todo su cuerpo.
Tercera base. Baja, su mano. A veces sueño que mi sexo se pudre y se cae solito, algo así como lo que pasa con un cordón umbilical. Su mano llega al objetivo final, termina su travesía. Yo me vengo. Él se va.
Se separa de mí como si una aspiradora lo jalara por la espalda. Se acabó la fiesta. No dice nada, me mira incrédulo. Lo piensa por unos segundos. Sé muy bien lo que pasa.
Son muchos los que sienten deseos de vomitar, vomitar justo frente a mis narices. Yo sólo miro, sintiendo a momentos que merezco ver cómo me desprecian. Esa es mi penitencia. Pero me gritó puta, pinche puta, y corrió. Me dijo puta, p-u-t-a.Casi nadie pasa de tercera base.
Rebeca Martínez Jiménez (Aguascalientes, 1983) es estudiante de la licenciatura en Ciencias de la Comunicación en el ITESM-Campus Toluca e integrante del taller Escrituras Colindantes.

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