Saturday, April 14, 2007

Regresé a las dos ciudades que habitan mi vida. A mi cuarto de azotea. A mis calles polvosas. Por primera vez, mi insomnio fue producto de la sobrevivencia. Permancer en vigilia en espera del segundo movimiento telúrico. ¿Para qué? Reacción. Instinto. Adrenalina Pura. En qué momento dormí después del apagón generalizado en la Ciudad de México. Las ojeras del día siguiente no me dieron respuestas. La otra ciudad, La Universitaria. Mi Centro Cultural Universitario. Dos visitas guiadas a estudiantes que miraban con expectación a una fila de jóvenes que avanzaba para ocupar un lugar en el Teatro Juan Ruiz de Alarcón. La presencia de Fernando Savater, en conferencia magistral, luego de haber recibido su honoris causa, ayer en el Palacio de Minería. Ya extrañaba este vaivén citadino. Actividades. Trabajo. Intimidad.
Intimidad. La visita a la Sala Nezahualcóyotl. Desde el segundo nivel de la sala escuchaba los suaves acordes de los instrumentos. Tan exacta es la acústica que se pueden distinguir los sonidos. Los violines. La viola. El clavecín. Sin duda, se trataba del último movimiento orquestal. Regresé a mis dos ciudades. Un movimiento telúrico, el otro musical.
--sbc

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