"Estoy en paz, no feliz, no contenta, estoy en paz". Es una emoción nueva. Hace un par de años, o quizá más, cuando empecé a sentir un sin fin de malestares físicos acompañados del vaivén emocional; no podía asumir que somos un todo integral: el cuerpo, el alma, la psique, los genes. A este período le siguió, la mudanza familiar. La soledad. La primera fase de separación real de mi madre. De todos sus cuidados y cariños. De su caricia matutina. De su comida. De su té preparado para mi ansiedad. De su abrazo nocturno. En mayor o menor medida, los otros personajes familiares, es decir, mi padre, mis hermanos: Andrés, Guadalupe, Adriana complementaban mi vida con su indiferencia. Con sus silencios. Con excepción de mis sobrinos Alan y Abraham que han sido mis cómplices y espectadores de este gran amor filial. Ambos han aprendido a amar a su abuela como si fuera su propia madre.
Mi trabajo me ha permitido vivir con singular alegría la cotidianidad. He construido relaciones sólidas. Respetuosas. Solidarias. Fraternas. Y sobre todo, me ha otorgado libertad para explorar otras áreas. Para ir a un instituto, a un centro, a una facultad. Adquirir conocimientos y ponerlos en práctica con los jóvenes visitantes. Es el sitio también de encuentro permanente con las mejores expresiones artísticas. Es un sueño, salir de la oficina, convivir con jóvenes inquietos y llevarlos al medio día a presenciar el ensayo de una orquesta musical, de una obra de teatro o de danza. Caminar y mirar el Espacio Escultórico. Todo esto me renueva.
Y si bien, mis mareos constantes y falta de equilibrio al caminar me provocaron cierta desesperación durante meses. Hoy celebro sentirme entera. Y optimista. Quiero recorrer más. Mirar más. Creer más. Crecer más.
La literatura y CRG. Su encuentro modificó mi percepción del mundo literario. El que yo ya tenía armado, es decir, mis preferencias literarias, la teoría, la creación. En poco tiempo, radicalizó todo. Y no es una exageración decir, escribir que "renací". Renació el deseo por la escritura. Sin duda, seguir sus pasos con cautela me ha permitido explorar un mundo otro. Un mundo nuevo. Sé que no soy ni seré la escritora que este país necesita. Pero, segura estoy que seré la escritora que yo quiero ser, que ya soy. Porque si algo he reflexionado en estos días de oscuridad, es lo siguiente: ¿qué es lo que hace a uno o a una ser escritor, pintor, escultor...? (Un día llegó un chico de unos 20 años, a una visita y luego conversando me afirmó: soy escultor. Lo volví a ver, entonces me mostró una carpeta con su obra. Observó uno de sus trabajos y señaló: con él mi miré a mí mismo como escultor. Me gustó mucho su confianza. La propia certeza en su trabajo). Yo creo que no es la obra en sí misma, porque le faltaría el otro, el lector, el espectador. No es en sí, la obra publicada y exitosa. El libro de cuentos. La novela. El poema. Ni el cuadro "x" ni la escultura "y". Para mí, es el camino recorrido al que no se vuelve jamás. Cada obra es única porque uno no sabe a dónde te lleva. Esa huella. Es la escritura. Eso es ser escritor/a para mí. Quizá para muchos esto sólo sea parte del proceso escritural pero para mí no. Esto es algo que he estado experimentando como necesidad primigenia. Y que he confirmado en mis talleres de creación. Y no está de sobra afirmar que la cercanía con CRG ha radicalizado también mi vida. Y lo celebro.
Mi reencuentro con el doctor Ordóñez también me ha hecho sentir partícipe de un cambio. Un cambio real. Que está acompañado de estos años nuevos. De las nuevas propuestas que le he presentado. De la confianza que tiene en mi colaboración. En mi trabajo.
La Griega. Hace una semana y después de su reencuentro, me preguntaba con mucha ansiedad, ¿en dónde colocar las emociones que me produce, en dónde situarla? Me ha sacudido otra vez, y se lo agradezco. Enfrentar mis miedos. No puedo ni debo salir corriendo del Deseo. Antes la perseguía porque la deseaba. Ahora ella dice: "¡Tómame!" Y yo estuve apunto de huir. ¡Qué absurdo! Ayer estuve con ella en ese tránsito abismal que hoy me renueva. Caminar por las calles de su mano, de su brazo. Cruzar la frontera, o mejor dicho, la colindancia.
"Estoy en paz, no contenta, no feliz, estoy en paz".
El Amor es Mi Madre. Dentro de un par de días volveré a ella. La más mía.
--sbc