:hace dos años o más sin vernos, ¿verdad?
:sí, hace no sé. Años. ¿Cómo te va?
:sabes, te vi antes.
:¿Cuándo?
:Corrías detrás de un camión al que no lograste alcanzar. Te observé durante esos segundos. Vi tu rostro y el movimiento de tus labios. Luego, hiciste una seña con la mano.
:perdón, ¿dónde estabas?
:pasaba en un automóvil casi frente a ti. Quise adivinar las frases cortas de tu boca. Y la seña.
:¿la seña?
:si una seña extraña. Extendiste el brazo y la mano hacia adelante. En verdad, quise adivinar esas frases. Qué dirías y esa seña. Al día siguiente traté de comunicarme contigo pero nadie contestó. Y ahora que me dices que tuviste una fractura en el pie, pues creo que ya no deberías andar persiguiendo imposibles.
:¿imposibles?
Irremediablemente, en alguno de aquellos tantos días de persecusión, pues sí, tendría que caer, pisar la superficie. Quién no ha sentido tanta fuerza en sus piernas, en ese impulso desmedido que es el Deseo. El deseo mismo por alcanzar un algo, un alguien; que en lugar de correr... Luego, entonces, mi brazo en el aleteo de un vuelo suspendido. La palabra imposible. Nunca.
--sbc