William Blake y Sergio Pitol ¿Qué tienen en común ambos escritores? En este momento, detengo mi propio cuestionamiento. Sólo sé que ambos aparecieron hoy. Primero, la poesía de Blake reunida en una selección poética en lengua inglesa; editada por The Wordsworth Poetruy Library (1994). Fue en una de mis "escapadas" del CCU al Instituto de Investigaciones Jurídicas. Me acerqué a un mostrador ambulante de libros. Ver el nombre de uno de mis poetas predilectos fue sorpresivo como lo que aconteció después: tomé el libro y lo empecé a hojear como si las hojas fueran naipes. "London" surgió en la página 88. Sin duda, este libro me estaba destinado, ya lo creo. Sergio Pitol y la (re)lectura de El arte de la fuga (Era, 1996): Todo está en todas las cosas Sí, también yo he tenido mi visión Bastó sólo abandonar la estación ferroviaria y vislumbrar desde el vaporetto la sucesiva aparición de las fachadas a lo largo del Gran Canal para vivir la sensación de estar a un paso de la meta, de haber viajado durante años para trasponer el umbral, sin logra descifrar en qué consistiría esa meta y qué umbral había de trasponer. (...) Este párrafo inicial también me sorprendió. En la tarde, Pitol dictó una conferencia magistral en el CCU, de donde una frase me arrebató el deseo otra vez por la escritura: "La locura se convierte en una variante de la libertad" Y aquí estoy sintiendo el tránsito de mi libertad, el fluir de mi escritura. --sbc |
Wednesday, December 07, 2005
Tuesday, December 06, 2005
Lacaracola A finales del 2000, conocí a una joven española en casa de la familia Ordóñez. La reunión navideña a la que amablemente convocó su anfitrión el "doc" como cariñosamente nombramos (sus alumnos) al doctor José Emilio Rolando Ordóñez Cifuentes. El ambiente íntimo y cordial fue la constante de esta celebración. Lola, de inmediato llamó mi atención por el cuestionamiento entusiasta acerca de México. Era la primera vez que pisaba tierras americanas. Su propósito: una estancia de investigación que complementaria sus estudios de doctorado en la Universidad de Valencia, España. Sus preguntas, en un principio lógicas, me hicieron varias veces pensar mis respuestas. Sus referentes históricos y espaciales eran asombrosos. --¿Dónde vives? --mmm... cerca de Chapultepec --respondí apresuradamente. Luego, pensé en mis propias coordenadas. --No es el centro de la ciudad. Mmm... Hay un castillo. El castillo que lleva el mismo nombre. --Ah, ¡claro!. Donde los Acuerdos de Paz de El Salvador se firmaron --dijo con tanta seguridad, que no me quedó otra opción que confirmar su respuesta. --Sí. Los históricos acuerdos que pusieron fin a la guerra civil de El Salvador, se firmaron en el 1992, en esta Ciudad. Enseguida, ella tomó en sus manos un mapa de México para señalar la ubicación de Chiapas. Aquel momento fue, sin duda, el bosquejo de un encuentro, de su destino por las tierras del sureste mexicano. No tardo mucho en adaptarse al ritmo de la ciudad de México. La casualidad la ubicó a unas cuantos pasos de mi domilicio. Sólo había que cruzar el parque España y ahí estaba ella. De nuevo mi asombro. Ella misma se encargó de buscar hospedaje. Justo, al lado de la escuela primaria donde estudié: "Alfonso Herrera". Su cercanía me motivó lo suficiente para estar atenta en los acontecimientos presentes y pasados del país. Tenía a alguien con quien dialogar, con quien intercambiar ideas, reflexiones, propuestas acerca de lo social. El movimiento zapatista estaba en la cúspide.Todos los jóvenes universitarios teníamos puesta la mirada en Marcos, en la comandancia, en suma, en los Zapatistas. Lola entonces iba y venía con nuevos encuentros, con nuevas reflexiones, con nuevas ideas. Se aventuró a llevar a cabo el recorrido por Nurio y permanecer alguna noche en el Aguascalientes "Espejo de agua", acá en Ciudad Universitaria. Tal vez, por aquellos días, lo que más me impresionó fue su espíritu rebelde; su capacidad para entender y discutir sin arrebatos emocionales, es decir, su capacidad para argumentar y creer en el diálogo. Su mirada siempre inteligente que tocaba no sólo la parte racional de los acontecimientos. Una mirada fina que ha apuntado al cambio, a la transformación. Ella misma es resultado de la coherencia entre el pensamiento y la práctica. Las más de la veces, me sentí rebasada no sólo por sus conocimientos, sino por su fe en el trabajo colectivo; en la organización de la sociedad civil. Su cercanía desde entonces ha sido una guía para transitar los sinuosos caminos de la justicia social. Llenaría el espacio virtual recapitulando cada momento que me ha compartido: Lola y el encuentro con México Lola y la familia Ordóñez Lola y la UNAM Lola y las Jornadas Lascasianas Lola y la Ciudad de México (Xochimilco, La colonia Roma, etc.) Lola regresó a Valencia, España Lola se doctoró Lola regresó a México (siempre México) Lola y Sipaz en San Cristóbal, Chiapas Lola y Guatemala Lola y Honduras Lola y Belice Lola y Colombia Lola y el vaivén entre el Defe y los estados Lola y el movimiento zapatista Lola y las Juntas de Buen Gobierno Lola y Los caracoles Lola y el activismo político Lola y los derechos humanos Lola y las comunidades indígenas mexicanas Lola y el multiculturalismo Lola y la amistad Lola y el amor Lola y la literatura, la pintura, la música Lola y sus cuates aquí, allá, en todas partes Lola y la libertad Lola, la neta Lola, la joven (siempre joven) Lola, la rebelde Lola, la idealista Lola, la mágica Lola, la conferencista Lola, la poeta Lola, la lectora de destinos Lola la sin fronteras Imágenes que transitan, que me devuelven su presencia. Debo agregar un par de objetos entrañables: el libro de fotografías de Tina Modotti, que me regaló en un cumpleaños. El libro de Manuel Rivas. Luego, la imagen de las vías de un tren. Ya una vez lo escribí: Lola de ida otra vez. Lola regresa a España, a Valencia con su familia. Allá también la esperan. Lola gracias por ser mi guía. Por el desvelo de mis miedos aquí y en Chetumal, Quintana Roo. Por todo este mapa de sueños y proyectos compartidos. Por tu lucha por y para que la diversidad, como bien, lo he aprendido no sean sinómimo de discriminación, de intoleracia e injustica. Lola, lacaracola --sbc |
Friday, December 02, 2005
Monday, November 28, 2005
Fractal Noviembre se desgasta sin verte. Leo poesía como un rizoma interminable: Es que alguna mañana padecemos la luz, como si fuera el día aquel en que empezamos a romper el silencio (Nuevo día, Carmen Alardín) &&& Cuando cierro los ojos mi noche se llena con tu imagen mientras tú te repartes. (Mientras tú, Carmen Toscano) &&& ¿Dónde gritarte ya? A qué gemirte si la noche me cierra como tumba y la mañana, brusca, me repele. (Lúgrubre nota, Guadalupe Noguera) --sbc |
Friday, November 25, 2005
Noviembre y fuga El insomnio otra vez. La hoja y el lápiz apunto de encontrarse. Rayas. No sé por dónde empezar. La lectura de Agosto y fuga no termina. Regresa al principio: "Lázaro abrió los ojos, echó un vistazo desganado a la habitación inundada de sol y volvió a cerrarlos". Me recuerda a Joaquín Buitrago, de Nadie me verá llorar. Acaricio el libro. Y sigo leyendo. Escucho el arrastre de una escoba. Alguien peina las banquetas de Amsterdam. Me recuerda a mi madre. Y justo en ese momento soy hojarasca esparcida. Apago la luz para que entre la otra. Me arremolino entre las sábanas. Pronuncio tu nombre. Luz 5 de la mañana 28, 29, 30 minutos ¿Servirá de algo mirar el reloj, contar las horas? --sbc |
Tuesday, November 22, 2005
Friday, November 11, 2005
Blue La nostalgia me acompaña por las calles de Toronto. Esta distancia física es dolorosa, pero recuerda que te abrazo todas las noches. Ayer soñé contigo: caminábamos juntas por el espacio escultórico y después de cruzar un paraje sombreado salíamos a los rascacielos del centro de Toronto, a Bathurst Street. & caminamos juntas en el espacio escultórico, sólo que no hay tierra, sino nubes, y las esculturas se encuentran suspendidas en el aire. Conversarmos apasionadamente sobre los textos de Cristina Rivera-Garza y no prestamos ninguna atención al hecho de que estamos literalmente volando en el aire (recuerdas, la noche que salimos de apartamento de la San Rafael. Caminamos esa calle tomadas de la mano y nos dirigimos sin rumbo fijo hacia Insurgentes). En mi sueño, tuve la misma sensación de estar volando tomadas de la mano. Esa sensación de felicidad, de libertad, de gozo, durante todo el sueño. Pintamos una escena llena de imágenes sobre uno de los cuentos de esta autora y apunto estamos de internarnos en la pintura; cuando, de pronto, pasa un avión y tú me ves desaparecer en el aire, al mismo tiempo, te veo desaparecer. Despierto, sobresaltada. La (mismísima) Luzma |
Azul definitivo * ¡No puedo creer que esté nevando en México! ** Me gustaría tenerte a mi lado y ver juntas caer la nieve sobre la ciudad. Ver como se forma una alfombra blanca sobre las calles. El invierno ya no me afecta como antes. Ya no me deprimo y el frío no es tan intenso. Será que me estoy acostumbrando al clima del Norte de América. *** Llevo semanas y semanas, meses enteros pensando en ti. Tu último correo me ha hecho temblar y llorar de alegría y de nostalgia. Y yo aquí, entre tanta nieve. No deja de nevar. Es un invierno interminable. Tormenta de nieve un día y lluvia congelada otro. Estoy harta del frío, de la nieve, de este invierno. Y entre tanta nieve: tú. Un azul definitivo. ** Nevó el sábado un centímetro de nieve y luego deshielo. El frío ya empieza a sentirse y llueve. Llueve mucho. Parece ser que este invierno será duro. Leo quiere que ya nieve, pues piensa que Santa llegará antes si todo se encuentra lleno de nieve. * Aquí sigue lloviendo; nieva y deshiela; llueve, nieva y deshiela. Luz María Johnson --sbc |
Monday, November 07, 2005
Las horas (II) * Nada tenía yo, no pedí nada nada en amor puede pedirse y, así, me diste todo. Rubén Bonifaz Nuño * Tu llamada como las anteriores me toma por sorpresa. Durante estos tres años de distancia física me he preguntado lo mismo: ¿Qué sucedería si estuvieras aquí?, es decir, pienso hipotéticamente en algo que no sucederá. No sé si nuestro encuentro amoroso terminó justo cuando te fuiste o si nuestra correspondencia y estas llamadas (cargadas de frases y deseos por vernos) representan la continuación de algo que ya no es. La historia de una fractura. Sí esta historia es eso: una imposibilidad. --sbc |
Las horas * Hoy recibí algo tuyo: unas palabras. * aún me siento sorprendida por tu llamada/ayer llegué temprano. Las reubicaciones al interior de la oficina han ido transformando mi espacio habitual. Muebles viejos rompen toda proporción visual. Los teléfonos hasta hace días estaban desconcectados. Y la presencia de otras personas han sumando horas de fastidiosa indiferencia y silencio sepulcral/cuando contesté: no reconocí tu voz. Cuando escuché tu nombre: quedé atónita por varios segundos. Me sentí torpe por preguntar ¿Luz María, de dónde? Tu respuesta me provocó risa, de la nerviosa. Por supuesto: de Canadá. |
--sbc
In the desert In the desert I saw a creature, naked, bestial, who, squatting upon the ground, held his heart in his hands, and ate of it. I said: "Is it good, friend?" "It is bitter -bitter", he answered; but I like it because it is bitter, and because it is my heart". Stephen Crane |
es el corazón del Hombre de todos los tiempos.
--sbc
Friday, November 04, 2005
Wednesday, October 26, 2005
Mordisco (poético) A yamae juntul tzayam ko’il pek’ ch’apachtán tumén maakoob. Najil nail ku páatal yéetel u uxtakchéil jol naj. Tu láakal maak yójel dz ok u xhíken a yama. Tu amor es un perro rabioso perseguido por la gente. De casa en casa es esperado con la tranca en la puerta. Toda la gente sabe que me ha mordido tu amor Briceida Cuevas Cob (Poesía en lengua maya) |
Tuesday, October 25, 2005
MIENTRAS DORMÍA ¿Llovió? Ráfagas de luz sobre la carretera suman kilómetros de distancia entre la voluntad y el destino. De ida y vuelta. La lluvia dibujó una grieta en la ventanilla. La lluvia dibujó una herida. Botó mi oscuridad. ¿Quién llora contigo? Días que repites frases intraducibles. Secretos que abrazas frente a mí. ¿Podemos detenernos aquí? Lloro en silencio la batalla pérdida. La frontera infranqueable del deseo. ¡Llovió! El vapor se cuela por todas la hendiduras. Respiramos el mismo aire: la obsesión. Un día amas y odias. Al siguiente, odias y amas. No hay tregua. Juegan los dos a ser personajes de una historia sin adjetivos. Un día no quedará nada para ninguno porque la historia se devora a sí misma, se reducirá a cenizas. Llovió mientras dormía. --sbc |
Sunday, October 23, 2005
HORAS LUZ
Hace un par de horas que llegué a casa de mis padres. Durante el trayecto pasaron muchas ideas por mi mente. Verlos era una necesidad apremiante. Estar físicamente cerca de ellos me llena de serenidad. Comimos y platicamos. Salud. Trabajo. Amigos. Y sobre todo, este cambio: la separación. La distancia. Es la primera vez que experimento la responsabilidad propia. Hacerse cargo de uno mismo y todas sus implicaciones.
Una de las situaciones más gratas, sin duda, ha sido la sorpresa. Esta casa poco a poco se ha ido llenando de objetos, de cuadros que colocados en las paredes anuncian una nueva realidad. El panorama exterior alejado de manera extrema de la ciudad. Aquí todo es verde. Aquí todo es montaña. Todo es luz. Son las “Tierras Altas”, diría Cristina Rivera-Garza refiriéndose a la topografía del estado de México. Quizá, lo más asombroso es el tránsito de ida y vuelta. Somos uno distinto todos y cada uno de los días que se van sucediendo. Somos uno distinto no todos los días, sino cada minuto. Y no, no quiero descifrar la experiencia. Sólo la estoy viviendo con el asombro que me produce escribirte estas líneas.
Es, también, la primera vez que tengo un espacio propio para la escritura. El traslado de cajas de libros y cientos de copias ocupó más lugar en la mudanza, que las cajas de vajillas de mi madre. He acondicionado este sitio para convertirlo en un modesto estudio. Un librero. Una mesa. Un par de sillas. Una olivetti. Hojas blancas. Y la obsesión de siempre: escribir. London llegó en una de esas cajas y aguardó paciente su lectura. Aquel ejercicio de memorización fonética rebasó toda expectativa de repetición absurda. Colin White nos condujo a la capital de sus antepasados: I wander through each chartered street,/near where the chartered Thames does flow. A la voz profética de William Blake: In every cry of every man, in every Infant’s cry of fear, in every voice, in every ban, the mind-forged manacles I hear. London tomó forma entre mis manos. El asombro de sentir en el papel amarillo, las inscripciones ya borrosas y todavía legibles de mis anotaciones. La acentuación. El ritmo. La imagen. Escribo desde la incertidumbre. Mi madre aparece para darme las indicaciones de los apagadores. Ambas nos miramos sorprendidas. ¿Sabrá ella a quién le escribo? --sbc |
Friday, October 21, 2005
LONDON I wander through each chartered street, near where the chartered Thames does flow, and mark in every face I meet mark of weakness, marks of woe. In every cry of every man, in every Infant's cry of fear, in every voice, in every ban, the mind-forged manacles I hear. How the Chimney-sweeper's cry Every black'ning Church appalls; and the hapless Soldier's sigh runs in blood down Palace walls. But must through midnight streets I hear How the youthful Harlot's curse Blasts the new-born Infant's tear, And blights with plagues the Marriage hearse. William Blake * de la selección poética de Colin White. Letras Inglesas. Filosofía y Letras (a finales del 97). |
Thursday, October 13, 2005
Del Taller de escrituras colindantes: TERCERA BASE Rebeca Martínez Jiménez (Publicado en la revista Tierraltesca Acta Semanal 308, 7) Me dijo puta, puta mil veces. ¡Qué bien sonó esa palabra en mis oídos, esas dos sílabas, esas cuatro letras p-u-t-a!Estaba en la barra de un bar que nunca antes había visitado y le había pedido al cantinero un Bloody Mary sólo para entrar en calor. Esperaba algo, estaba a la expectativa. Me entretuve observando al cantinero: un panzón calvo que al servir cualquier trago se chutaba dos o tres sorbos. Supongo que también quería entrar en calor. Ahí estaba yo. Cada vez que sentía que alguien entraba al localucho miraba de reojo y calificaba, 8, 7, 7, 10. Él fue el único 10 de toda la noche. Se sentó con unos amigos en una mesa no muy alejada. Lo podía ver perfectamente bien gracias al espejo que estaba frente a mí, en la barra. Pasaron varios minutos hasta que notó mi presencia. Primero se cruzaron las miradas. El primer contacto. Una sonrisa. El acercamiento. La proximidad. —¿Qué estás tomando? Risas. Dos que tres palabras. Silencios. —¿A qué te dedicas? Más palabras. Más risas. Salud. Más Miradas. Salud. —¿Te han dicho que eres muy guapa? Besos. Salud. Caricias. Salud. Risas. Salimos. Caminamos por las calles cercanas. Yo lo tomé de la mano: iba tras de él esperando que me guiara, dando a entender que lo seguiría a donde fuera. Se detuvo en una calle vacía, una calle apenas alumbrada por el foco de una casa. Me estrelló contra la pared. Yo podía oler sus ansias. Me besó el cuello, la boca y: Primera base. Su mano comienza a bajar lentamente por mi espalada, se detiene en la cintura. Sigue bajando hasta mis nalgas. Me siente, no pasa nada, parece que le gusta. Siguen los besos en el cuello, en la boca. Cada vez puedo disimular menos mi excitación, me pierdo. Segunda base. Sube lentamente. Sube. Sube. Llega. Me toca. Me palma con delicadeza. Siente mi pezón que ha reaccionado a sus manos. Por un momento me detengo esperando una reacción. No pasa nada, no pasa nada. Respiro. Lo sigo besando, lo toco, mis manos por todo su cuerpo. Tercera base. Baja, su mano. A veces sueño que mi sexo se pudre y se cae solito, algo así como lo que pasa con un cordón umbilical. Su mano llega al objetivo final, termina su travesía. Yo me vengo. Él se va. Se separa de mí como si una aspiradora lo jalara por la espalda. Se acabó la fiesta. No dice nada, me mira incrédulo. Lo piensa por unos segundos. Sé muy bien lo que pasa. Son muchos los que sienten deseos de vomitar, vomitar justo frente a mis narices. Yo sólo miro, sintiendo a momentos que merezco ver cómo me desprecian. Esa es mi penitencia. Pero me gritó puta, pinche puta, y corrió. Me dijo puta, p-u-t-a.Casi nadie pasa de tercera base. Rebeca Martínez Jiménez (Aguascalientes, 1983) es estudiante de la licenciatura en Ciencias de la Comunicación en el ITESM-Campus Toluca e integrante del taller Escrituras Colindantes. |
Tuesday, October 11, 2005
Monday, October 03, 2005
Umbral (es) Ayer al salir de la Universidad Pedagógica debía abordar un taxi para continuar el trayecto nocturno: la reunión semanal en casa de Gabino Palomares. Llovía con tanta fuerza que las luces de los automóviles parecían ráfagas proyectadas una tras otra en medio de los estruendos. Una vía rápida. Periférico. Pero, tendría que cruzar un puente.Sentí miedo, ¡qué absurdo!, subir y transitarlo. Cuando pienso en las circunstancias posibles de este temor sólo puedo regresar a un pasaje infantil en un parque y los juegos compartidos con Adriana, mi hermana menor. Ambas salíamos todos los días a jugar, a inventar historias y situaciones ficticias que repetíamos invariablemente. Ella desarrolló una capacidad extraordinaria para vencer los obstáculos que nuestros juegos demandaban; entonces mi fragilidad se convirtió en llanto secreto. Nunca pude igualarla cuando subía corriendo sin detenerse por el caracol; cuando sus manos y sus piernas abrazaban ligeramente el tubo y se deslizaba dando vueltas o cuando llegaba primero al otro lado del pasamanos muy a pesar de que pudiera caer y ensuciarse. La meta consistía en subir corriendo por la resbaladilla, cruzar por su puente sin tocar el cable metálico y dar un salto. El último paso era ese espacio pequeño. Abismal para mí. Nunca pude saltar, más de una vez sentí caerme. Paraba ahí, en ese límite. Recuerdo la mañana en que lo intenté, el miedo me paralizó y permanecí estática hasta que mi impotencia se convirtió en la exhibición pública de mi llanto. Transitar por esta ciudad, sus calles, sus avenidas es enfrentar también mi propia búsqueda. Es enfrentar la encrucijada cotidiana por la que fluyen mis temores. Del otro extremo de la ciudad, todo parecía estar en calma. El asfalto estaba seco y yo debía llegar a mi cita. --sbc |
Friday, September 30, 2005
Bifurcación El tiempo se había fragmentado en un cúmulo de instantes. Dos niños corrían frente a la Mujer, uno detrás del otro agitando sus cuerpos como en un carrusel eléctrico. Un sudor frío recorrió su espalda. La ciudad la había despojado del presente. Cualquier acto era signo inequívoco de su extravío; de un constante postergar la llegada. (De Caracol, caracol. Taller de escrituras colindantes) *** De El Paraíso que fuimos a Paraísos trémulos, dos títulos de narrativa escrita por mujeres. De este último te envié un cuento, una historia breve que me hizo recordar a dos niñas que son una en sus juegos solitarios, en un imaginario infantil. ¿Qué me une a ti? ¿Por qué estoy aquí escribiéndote? Tu infancia y la mía poco tuvieron en común. Cuántos encuentros y su contraparte. A lo largo de estos, mis años he aprendido a veces con sorpresa, otras con desencanto, lo que implica reconocer al otro, lo que significa reconocerse en el otro. Observar sólo las semejanzas o las diferencias a nada conduce que no sea a la exclusión, a la indiferencia, a la negación. Mañana es sólo mañana. *** mi infancia estuvo marcada por el rechazo paterno. Mi mamá con sus múltiples quehaceres domésticos. Mi padre proveedor económico a pesar de su discapacidad visual. Mis hermanos mayores con amigos de su edad, y Adriana, la más pequeña, con su siempre característica destreza física. Más de una vez me sentí ajena a mi propio contexto familiar. Nadie se enteró que tartamudeaba, que confundía letras. Que poco entendía de acentos, de palabras graves o agudas, o que Hugo, el niño problema del salón, me pateó el estómago porque “las niñas no juegan con los niños” y yo, no sólo había transgredido la regla sino que había ganado en sus juegos. Así, transcurrió mi infancia. Mi universo alterno fue una pequeña caja hexagonal de madera, donde guardaba estampitas con la imagen de varias niñas. Sus rostros en forma de lágrima me remitían inevitablemente a mí. Por eso cuando Lizy se detuvo a comentarme su apegó a sus cajitas. Me sorprendió tanto. Sentí un fuerte arrebató como si una de aquellas niñas se hubiera hecho presente y estuviera afuera contándome su historia. Hoy salgo también de aquella caja que me contiene para decirte que este recuerdo infantil es tan honesto como doloroso, hemos sido dos mujeres que se han amado como dos niñas. --sbc |
Thursday, September 29, 2005
Small Female Skull With some surprise, I balance my small female skull in my hands. What is it like? An ocarina? Blow in its eye. It cannot cry, holds my breath only as long as I exhale, mildly alarmed now, into the hole where the nose was, press my ear to its grin. A vanishing sigh. For some time, I sit on the lavatory seat with my head in my hands, appalled. It feels much lighter than I'd thought; the weight of a deck of cards, a slim volume of verse, but with somethig else, as though it could levitate. Disturbing. So why do I kiss it on the brow, my warm lips to its papery bone, and take it to the mirror to ask for a gottle of geer? I rinse it under the tap, watch dust run away, like sand from a swimming-cap, then dry it --firstborn-- gently with a towel. I see the scar where I fell for sheer love down treacherous stairs, and read that shattering day like braille. Love, I murmur to my skull, then, louder, other grand words, shouting the hollow nouns in a white-tiled room. Downstairs they will think I have lost my mind. No. I only weep into these two holes here, or I'm grinning back at the joke, this is a friend of mine. See, I hold her face in trembling, passionate hands. Carol Ann Duffy |
Náufragos frente al destino “La conciencia de la separación nos define, somos la única especie que tiene sentido de la fatalidad, quizá por ello el duelo, el cúmulo de sentimientos que nos abruma tras la pérdida, es tan inmanente a la historia personal, a la vida misma.” Ha transcurrido el primer mes fuera de tu contexto, del espacio físico, del vaivén cotidiano -de una ciudad a otra-, de ires y venires: del clima cálido a la lluvia ácida. De los rostros y presencias familiares al anonimato de los cientos de habitantes donde las historias personales se entrelazan; se confunden hasta perderse en el caos infernal de la indiferencia. Evocar el sueño que tuviste antes de tu partida, aquel que por teléfono me relataste con vagas digresiones y con metáforas alucinantes; me hace pensar, repensar este escrito. Reflexionar tu huida onírica del caos -esta ciudad que nos amuralla, que nos atrapa en un edén vacuo- ¡Sálvese quien pueda! Ricardo, Adam, Gerardo, Jesús. Hombres que se convirtieron en tus amantes. ¿Tus héroes? ¿Deshechables? ¿Fortuitos? Pero siempre (necesariamente) presentes en tus conversaciones sumando experiencias sexuales, en el justo límite de la pasión y los afectos. Y ¿yo? --pregunto --¿Qué lugar ocupé en esta historia? Y sé también tu respuesta “no puedo evitar ser quien soy, lo escribiste en una tarjeta. No lo he olvidado como tampoco olvido la orgiástica cámara de tortura de mis emociones. Me refiero a aquella atormentada noche a la que te sometí con la inmundicia de mis actos. Nada es lo que parece y lo que parece terrible viene a resultar mucho peor. Sí, fui también partícipe del caos, de tu huida real. Y en tu lectura sin aliento “A Smale Famale Skull”, ¡qué poema tan doloroso! Cada palabra, cada acción clavándose en mi cerebro. Puedo escuchar tu voz repitiéndome “this for Susie, for that crazy night”. --sbc |
Tuesday, September 27, 2005
Amsterdam 62 Amsterdam 62 es un misterio. Rumbo. Seña. Color. Sitio que aguarda mi arribo. Yo, su encuentro: llave. chapa. pasillo. escaleras. Abro puerta. escalera. caracol. Todo es oscuro. Paso a paso. túnel. laberinto. Aire. Una historia sin completar. Arriba. Afuera. Atrás. Todo es verde. Parque México. Niños. Niñas. Perros. Muchos Perros. --sbc |
T |
Carrusel A propósito del tiempo y de sus formas (circulares). De su medición y otros relojes: "Como cuando niños, en el carrusel, jugamos a huir de quien está atrás nuestro y que nos persigue, sólo que, como nuestra huida es circular, acabamos por no saber si huimos o seguimos con el deseo a ese otro que estamos destinados a no alcanzar jamás". Rosa Beltrán |
Viaje sin regreso "Ya ves; te fuiste, me he quedado. Un viaje nunca tiene regreso, y la mirada última que me diste, ¿la recuerdas? no volverá. La guardo." Rubén Bonifaz Nuño "Qué bueno salir bien de un viaje que no tenía regreso, qué bueno salir vivo de la existencia, qué bueno salir de un sueño, que obligaba a la realidad a soñar." Luz María Johnson |
Años Luz a Luz María Johnson Leer entre líneas el último mensaje que te envié es recapitular estos momentos de vaivén emocional. El tiempo diligente transcurre y ¿yo? Mi mente se paralizó, minutos antes de despedirme de ti, en el aeropuerto; pero mi sangre seguía fluyendo. Sentía su ritmo golpeando mi corazón: tac, tac, tac. Me refugié en tu mirada mientras el bullicio de la gente se desvanecía ante el breve ritual. El abrazo como el silencio irremediables cuando todo se ha dado. Tus labios desdibujaron en su rechazo el deseo más cercano por contenerte. Fría. Serena. Te posaste imperturbable como una diosa sobre aquellas escaleras. Tu presencia fue ascendiendo lentamente. Desapareciste. Y ¿yo? Autómata continué mi trayecto sin regreso. Algo de mí se fue contigo. Al llegar a la oficina me anunciaron la visita de un escritor. Atenderlo por un lapso de hora y media, sin duda, fue extraordinario. Intentar estar ahí, sonreír. Me agradeció mi tiempo sin tiempo con un libro de su autoría. Enseguida de que él y su acompañante se marcharon, me quedé en la plaza principal. Recorrí con la mirada absorta los bloques de construcción. La sala de conciertos. Los teatros. ¡No!, ¡sí!, ¡no! Divagaba. El sitio más familiar me resultaba completamente ajeno. Al encender un cigarrillo, Edgar apareció detrás de mí. Me invitó a comer. Él hablaba, hablabla, hablaba mientras mi llanto a cuenta gotas fue saliendo. No pude evitarlo, como tampoco su reacción: me abrazó. Salimos de la cafetería. Caminamos juntos hasta encontrar mi rumbo otra vez. Con retardo arribé a mi cita terapéutica, la doctora Ruiz estaba ahí para escucharme. "Vive este día", me dijo. Finalmente, mi casa, mi madre "¡Por fin apareciste!", me miró expectante. "¿Aparecí?, mamá. Aparecí". Y yo sigo guardando tu mirada. --sbc |